Cuando yo te vuelva a ver es una película que promete pero que se queda en el camino para cumplir. O sea, la premisa que se puede leer en la sinopsis está bien llevada pero al no tratarse de un film que innove en la materia se le exige un poco más de originalidad y lamentablemente no la encontramos.
La historia es sencilla y linda pero le falta la épica necesaria para terminar de enganchar al espectador con ese cuento de amor truncado en el tiempo y la distancia.
Sin embargo, al recurrir a esa fórmula ya probada y que se sabe que funciona, el director Rodolfo Durán hace un buen trabajo generando climas y construyendo los personajes en las dos líneas temporales: un pasado de descubrimiento e idílico y un presente de anhelos y miedos.
En líneas generales el elenco está bastante bien salvo alguna que otra secuencia en donde se nota un guión un tanto forzado en las escenas que pretenden ser de humor y que incluyen al distribuidor devenido en actor, Pascual Condito, quien insta (o instaba) a los realizadores a incluirlo.
El estreno marca el regreso al cine de Ana María Picchio, quien en el papel de Margarita logra transmitir mucho al igual que su compañero y dupla protagónica Manuel Callau. Las miradas de este último denotan una buena habilidad por decir mucho sin esbozar una sola palabra y gran pericia del director por poder transmitirlo.
Acompañan muy bien Malena Solda y Alejandro Awada con papeles importantes y claves. No son solo nombres para rellenar el poster.
Es una película universal aunque sea argentina y eso no es poco decir. Ideal para los que les gustan las historias de segundas oportunidades y para los que se quieran alejar un poco de los efectos especiales y los grandes despliegues de Hollywood.