Nunca es tarde para amar
Más de un lustro después de Terapias alternativas, Rodolfo Durán y Manuel Callau vuelven a unir esfuerzos en Cuando yo te vuelva a ver. El actor interpreta a Paco, un argentino radicado en España hace 36 años que vuelve por un par de días con el fin de apadrinar el casamiento de un amigo. Por otro lado está Margarita (Ana María Picchio), dueña de una empresa de catering, madre de una hija embazada por segunda vez, viuda y, desde entonces, sentimentalmente sola. No hace falta demasiado para presuponer que entre ambos hubo una historia de la que aún perviven secuelas. Secuelas que se harán carne luego de un reencuentro inicialmente trunco, pero luego concretado a raíz de la complicidad de la amiga y socia de ella (Miriam Lanzoni) y el hermano de él (Alejandro Awada).
A partir de ese momento, la andanada de recuerdos en común y los sentimientos no dichos durante décadas hacen de Cuando yo te vuelva a ver un melodrama bienintencionado, honesto e incluso tan noble como sus personajes. El problema es que las situaciones y la construcción narrativa y de los distintos protagonistas, la cantidad excesiva de frases impactantes, revelaciones y música destinada a subrayar los sentimientos y sensaciones de los personajes hablan de un film más cercano a los códigos narrativos y formales de los seriales vespertinos de la televisión que del cine.