(anexo de crítica)
“Cuando yo te vuelva a ver” (Argentina, 2012) de Rodolfo Durán, protagonizada por Ana María Picchio, Manuel Callau y Malena Solda cuenta la historia de un amor, el de Margarita (Picchio) y Paco (Callau), quienes luego de 30 años se reencuentran.
Pero en este volver a ver también aparecen, cuando no, los reproches y entre ambos se genera una vez más una enorme distancia. Margarita y Paco tuvieron en los años setenta del siglo pasado un breve romance, que se vió finalizado por un viaje a España en años conflictivos para nuestra tierra.
Margarita se quedó sola y luego tuvo una hija. Salió adelante armándose una coraza y evitando mostrar debilidades y sentimientos. En la actualidad la conocemos viuda y durante el día cuidando a su nieta en el oscuro y triste (como ella) caserón que posee.
“Dulce Soy” es el emprendimiento de catering para eventos que tiene con su amiga Ethel (Lanzoni), emprendimiento que fortuitamente la lleva a reencontrarse con Paco (quien vuelve al país para ser el padrino de bodas de un amigo). El reencuentro es la bisagra para contar otra historia, primero asistiremos a la vida de dos personas independientes que siempre se quedaron con el “cómo hubiese sido” y continuaron su camino, tristes, mirando hacia adelante y luego a la de una pasión, 30 años después, con arrugas y anteojos a la que hay que ubicar en algún lugar, y decidir como continuarla, o interrumpirla, una vez más.
Con planos simples y cerrados, saltos de eje y poca iluminación la película elige un registro simple para dejar hacer a los actores. Se apoya en el oficio y el carisma de Ana María Picchio, pero se notan algunas deficiencias en el guión, alguna reconstrucción no tan lograda y decidimos, quedarnos sólo con la composición de cada personaje, lo más redondo de un film con altibajos.