La divertida desidia de Mark
Uno puede imaginar la siguiente reunión en la cual se debatió qué título ponerle a A film with me in it:
Tipo que trabaja para una distribuidora, en este caso Impacto (A): -Che ¿Cómo le ponemos a la irlandesa?
Idiota que pone los títulos (B): -¿Cómo se llama?
A: No sé, está en inglés.
B: ¿Y de qué va?
A: Acá dice comedia negra,… Mark y Pierce… etc etc… mueren cuatro personas.
B piensa: comedia negra de Irlanda que queda cerca de Inglaterra. Inglaterra + comedia negra = ¡Muerte en un funeral! Y le sumamos un poco de Cuatro bodas y ningún funeral. Ya sé, Cuatro muertos y ningún entierro.
A: -¡Listo, genio!
Pasaremos por alto que Cuatro muertos y ningún entierro es del 2008, y que su director Ian Fitzgibbon ya tiene dos películas más en su haber (Perrier’s bounty, del 2009, y Death of a superhero, de 2011), y que esta buena película es su ópera prima, habiendo trabajado antes mayormente para la televisión irlandesa. Tal es la política de estrenos en nuestro país, y no merece ya mayor comentario.
Por la concepción del humor, la duración y la historia que cuenta, Cuatro muertos y ningún entierro parece un cuento de Ambrose Bierce o de Saki. Aquí es cuando el humor se parece más a la crueldad, porque no sólo nos reímos del patetismo y lo gris de sus personajes principales Mark (Mark Doherty, también guionista aquí) y Pierce (Dylan Moran), sino también de las terribles e irreversibles circunstancias que los rodean.
Los dos protagonistas cometen, por acción u omisión, unos cuantos crímenes, y lo que se nos cuenta son las decisiones que tomarán para no hacerse cargo de nada. Mark es un actor fracasado, incapaz de afrontar cualquier problema, sólo lo deja pasar o lo esquiva. Pierce, un guionista con la misma suerte que Mark en su profesión, es un tanto más activo, pero también esquiva los problemas o los afronta de la peor manera posible, es decir, creando una maraña de mentiras e ilegalidades para salir siempre bien parado. Estos dos apáticos personajes deben lidiar con unas cuantas muertes de las cuales son responsables en mayor o menor medida, y resuelven hacer lo único que saben hacer. Mark finge y Pierce escribe. Entonces, a medida que transcurre el film, lleno de gags desquiciados y chistes incómodos de risa nerviosa, Mark y Pierce van escribiendo otra película, su increíble versión de los hechos, que para el mundo será la única versión posible. “Usted sabe que las cosas no son lo que parecen” le dice Mark a un policía, pero también a nosotros. Sin duda siempre sabremos lo que nos eligen contar y nuestra tendencia humana a simplificar todo convertirá la versión posible en verdad absoluta de acuerdo a nuestros intereses y prejuicios.
La desidia y la cobardía de Mark lo vuelven un ser adaptable, su adaptabilidad lo salvará otra vez y lo pondrá en el lugar donde quizás siempre quiso estar. En el caso del más retorcido Pierce, su salvación será de pura suerte, pero su capacidad de reacción le dará una buena recompensa.
La agudeza y la crueldad de Fitzgibbon para contarnos esta historia son demoledoras. Su película es cruda sin atenuantes, lo cual la vuelve deliciosamente divertida. Si existe una buena definición de humor negro, esta película sería un gran ejemplo. Aunque personalmente creo que aquí se nos da una versión del humor en general, es asimismo de las más interesantes y corrosivas, esa que es capaz de sacar provecho de las peores cosas. La que nos devuelve la certeza de que es conveniente reírse de todo.