Durante la década del 80 hubo una gran inundación en Buenos Aires que afectó a los argentinos en general,y a los de esta provincia en particular, con distintos estragos según la región. Quien escribe recuerda a ese San Pedro con playas tapadas por el agua que llegaba casi al pie de la barranca. Las imágenes vienen solas a la memoria, aisladas. Como si la mente hubiera querido borrar o cortar algunos fotogramas para dejar cuadros como ese largo puente que une Baradero - San Pedro con el agua casi llegando a las vías, vista desde la ventana del tren.
Por suerte para los desmemoriados Juan Felipe Chorén avanzó en “Cuerpos de agua” con una investigación que se adivina exhaustiva, profunda, llena de material, pero sobre todo cargada con cierto aire de tristeza legendaria. El director posó su mirada sobre la zona de Bolívar de aquellos años para recordar cómo a partir del avance irrefrenable del agua la historia de la gente se vio afectada hasta cambiar sus vidas para siempre.
A través de un texto evocador y contundente, vamos conociendo un aspecto general mientras la edición se va deteniendo en algunos personajes que cuentan su experiencia desde el que perdió algo hasta el que perdió por completo, aunque el contexto deja muy claro que aquella vez perdimos todos frente a la implacable fuerza natural y la desidia de un estado que nunca tiene un plan “A” de contingencia y al no haber capacidad de anticipación (ni entonces, ni ahora), pues todo depende de la solidaridad y de la buena voluntad de la gente.
El texto va allanado con pericia el camino que lleva al momento más duro, cuando los habitantes de Bolívar decidieron dinamitar la ruta 226, ante la desesperación por un lado y la falta de reacción estatal por el otro.
“Cuerpos de agua” basa lo mejor de su estructura en la evocación seguida de la acción sana y necesaria de la investigación. Es allí, con algunas sutilezas y decisiones de contenido, donde el espectador puede apoyarse para tener una versión clara y concisa de esta parte de la historia. Un documental que no necesita atacar a nadie en particular, porque las huellas que el hecho dejó sobreviven hoy con la vigencia suficiente
Una obra que deberían ver todos los espectadores, en especial aquellos a cargo de manejar estas situaciones, no sólo para aprender del pasado, sino para evitar en la gente la sensación de ausencia y abandono.