Historias extraordinarias
Las inundaciones ocurridas en la provincia de Buenos Aires en 1985, más específicamente en la zona de la localidad de Bolívar, son el principal elemento del que se nutre Cuerpos de agua, muy interesante documental de Juan Felipe Chorén, que por un lado exhibe una notable investigación periodística alrededor del suceso -que tuvo connotaciones épicas- y por otro la voluntad del realizador por no quedarse sólo en la mostración documentada del episodio y convocar un espíritu más autoral tanto formal como narrativamente. Y si bien puede que los 108 minutos sean un poco excesivos y a veces la parte ficcional no termine de cuajar completamente con el informe y las entrevistas a los habitantes de aquella ciudad, Cuerpos de agua tiene el gran logro de convertir su tema en un elemento dramático y emocionar al dimensionar perfectamente el hecho.
Aquellas inundaciones tuvieron sus peculiaridades. Por un lado, la propia del desastre que arrasó con viviendas y dejó pueblos totalmente sumergidos, pero por otra parte la acción de los habitantes de Bolívar que ante la posibilidad de que su ciudad siguiera igual destino tomaron decisiones por encima de las autoridades políticas del momento, como dinamitar la Ruta 226 para posibilitar que el agua escurriera hacia otros destinos. Cuerpos de agua va progresivamente ingresando al espectador en ese clímax, aunque antes se detiene en sucesos particulares y en experiencias de vida.
Chorén divide su documental en dos partes ostensibles. En una de ella tenemos la narración del episodio sostenida en relatos a cámara e imágenes de archivo. En la otra, una sucesión de voces en off de marcado corte literario, que convierten el drama íntimo de quienes sufrieron las inundaciones en una suerte de continuación bonaerense de aquellos cuentos de Quiroga: son historias de locura y muerte, tragedias inmensas de vidas simples contaminadas por ese agua que sacó a la superficie -tal vez- un submundo de impotencias y dolores enterrados en la tranquilidad de la vida pueblerina. Ese costado del documental, seguramente el más riesgoso, tiene a su favor el hecho de que Chorén sabe de lo que está hablando y no lleva el asunto más allá de lo decible: son textos de una poesía intrincada y oscura, que traducen acertadamente el espíritu netamente pesimista de esos personajes, protagonistas de un drama pasado por agua.
Y si bien puede ser que en algunos momentos la apuesta poética del director se resienta un poco y las historias comiencen a girar en vacío, Cuerpos de agua tiene todavía para contar el desenlace de aquella historia, las horas tensas en las cuales la ruta fue dinamitada ante el apremio del agua que avanzaba y las autoridades que amenazaban. Esas instancias en el documental adquieren la textura del thriller, tienen esa aspereza y esa velocidad, y renuevan el interés del espectador. Ahí se luce el trabajo de montaje y sonido, y Chorén se confirma como un excelente documentalista, capaz de seleccionar las imágenes justas que le brinda el archivo, poetizar alrededor de ellas e incluso adosarle la épica trágica, y convertir a sus personajes en sujetos no sólo del contexto histórico, sino políticos. Como el agua que avanza, el documental poco a poco acumula en su orilla la denuncia a la desidia institucional que -se ve- no es nueva. Más allá de sus partes no del todo acertadamente ensambladas, Cuerpos de agua es un muy interesante trabajo que cumple con aquello que el documental debe cumplir, y más.