Salvavidas de plomo
Varias corrientes narrativas o ríos que confluyen en el mismo margen son los afluentes más originales y dignos de un documental que se atreve a la ficción y rompe el molde de lo que podría haberse sintetizado en un recuento sumario de testimonios y material de archivo para narrar desde otro lugar, y asumiendo la condición de autor, la historia de una inundación acaecida hace tres décadas –más precisamente 1985- y que anegó a varias ciudades como Epecuén, Carhué, Guaminí, con millones de hectáreas sumergidas y la amenaza latente sobre Bolívar, la ciudad del director.
Un relato donde chacareros y pobladores además de haber quedado sepultados por el agua lo perdieron todo y la fuerza de la naturaleza demostró una vez más su furia y su distancia infranqueable con la condición humana como parte de un conflicto que parece no tener mediadores o soluciones. Tampoco se puede modificar o arreglar la miseria de los hombres cuando pretenden sacar tajada del dolor ajeno o se aprovechan de la desesperación para acopiar riquezas o recursos en detrimento de los padecimientos de las víctimas.
Bolívar fue un ejemplo, para ese entonces, de resistencia popular ante el peor panorama tras los embates de la inundación, la desidia de los poderosos y la falta de solidaridad en muchos niveles. Su relato antes y después del agua fluye desde los testimonios desgarradores y cada uno de esos micro universos contiene el argumento básico de una tragedia familiar. Esa es la principal vertiente que alimenta desde la docuficción Cuerpos de agua, de Juan Felipe Chorén, quien en base a una estética muy personal y a riesgos en la puesta en escena reconstruye más que desde lo cronológico desde las sensaciones y emociones la crónica de lo que fue considerado uno de los mayores anegamientos de la historia de la provincia de Buenos Aires.
Desde textos que le piden prestado a la poética de las palabras el recurso para calar hondo en el espectador hasta un puñado de testimonios lo suficientemente ilustrativos para ampliar la mirada sobre las causas y las consecuencias, Cuerpos de agua se diferencia de otros documentales por apelar a la fuerza de sus imágenes y sobre todo de esa voluntad que ante cualquier catástrofe natural emerge por capricho.
Resulta casi inevitable no trazar un paralelismo entre aquella inundación que llevó a un pueblo a tomar la drástica decisión de volar con dinamita la ruta 226 para evitar el avance del agua y de ese alud mortal con las imágenes de los noticieros de la actualidad cuando la lluvia asola y la indiferencia de los gobernantes sólo arroja salvavidas de plomo.