En busca del romanticismo perdido
La ópera prima de Richard Curtis, “Love Actually” (2003), con música de Craig Armstrong, le permitió ubicarse entre los directores taquilleros, que conquistan buenos dividendos sin necesidad de grandes producciones sostenidas por efectos especiales. Su ganancia reside en sostener el ritmo de comedias con tintes de humor y grandes dosis de idealismo. En sus anteriores guiones como escritor de cine y televisión su destreza para alternar humor y romanticismo fue excelente, consiguiendo situaciones de hilaridad pocas vistas, como en “La víbora negra” ("Black Adder the Third”, dirigida por varios directores, 1983-1989), “Mr.Bean” (serie de los ’90), “Un lugar llamado Notting Hill” (1999), “Dr. Who” (serie de los ’60 y ’90), “El diario de Bridget Jones” (2001), y uno de los mejores sitcoms que luego fue llevado a la pantalla grande, “Cuatro bodas y un funeral” (“For Weddings and a Funeral” (1994).
El director neozelandés realizó en diez años tres películas como guionista y director: “Love Actually” (2003), “Radio encubierta o Radio pirata” (2009), ("The Boat That Rocked") y “Cuestión de tiempo (2013, “About Time”) y con ellas se garantizó un lugar en el podio de los talentosos.
Los viajes en el tiempo es uno de los géneros que más ha entusiasmado a Hollywood y que posee reglas propias, que ningún guionista osa saltear. Es como si fuera un viaje iniciático del que no podemos obviar las peripecias del protagonista. En el caso de “Cuestión de tiempo” mantiene la línea de los filmes contemporáneos en los que no existe un conflicto aparente y todo el argumento fluye como la vida con un hecho tras otro. Los conflictos son personales y se resuelven a través del ensayo- error.
En ésta producción el elemento de ciencia ficción, donde los personajes masculinos al cumplir 21 años pueden viajar en el tiempo hacia un pasado no lejano (es decir a unas horas o días anteriores), permite al espectador acercarse al costado humano de los personajes y compartir con ellos sus aciertos y desaciertos.
La familia es el tema central y Richard Curtis trata de mostrar que a pesar de los traspiés que pueda tener un personaje como el de Tim (Domhnall Gleeson), detrás de él estarán su padre (Bil Nighy, actor fetiche del director), su madre (Lindsay Duncan) que lo sostendrán, como dos personajes excéntricos, su hermana Kit Kat (Lidya Wilson) y su tío Edmond (el inefable Richard Cordery), que aparentemente vive en una nebulosa, pero al que la realidad lo golpea más.
Encontrar el amor y sostenerlo es cuestión de tiempo, y el encuentro entre Mary (encantadora Rachel McAdams) y Tim sella un amor como los de antes, de los que duran en el tiempo, y los enamorados pueden envejecer juntos y vivir todas la alternativas de una pasión que no decae ante los obstáculos que puedan presentarse en la vida.
“Cuestión de tiempo” es una comedia que posee el ritmo perfecto, no cae en lugares comunes, ni en obviedades, y cada punto de giro crea una situación que el espectador agradece por su sorpresa. No posee golpes bajos y lo lacrimógeno, en lo que por momentos es posible caer, está tratado con gran sutileza.
Se trata de una realización en que todo está cuidado hasta la perfección, la edición, el armado de las escenas, los planos y contra planos, la fotografía, el manejo de los espacios abiertos y cerrados y sobre todo la banda sonora que es excelente. Ningún personaje está desubicado, todos cumplen con su rol sin caer en exageraciones ni altisonancias. Con el elenco secundario ocurre otro tanto, y sobre ellos bien puede aplicarse el axioma de Konstantin Stanislavki: “no existen personajes pequeños, sino actores pequeños”, lo cual es posible comprobar en las actuaciones de Tom Hollander que compone a un odioso dramaturgo, o Joshua McGuire, el excitado compañero de trabajo del protagonista.
“About Time” o “Cuestión de tiempo” es una de esas perlas fílmicas que no es posible perder, disfrutar, a la que sólo se le pueden aplicar elogios, y no dejar de recomendar.