Después de debutar en la dirección con el documental Cumbia La Reina , dedicado al fenómeno del género tropical en la Argentina, Pablo Ignacio Coronel vuelve sobre el tema con un enfoque internacional: ahora la historia involucra el sueño de un viaje a Oriente, donde este tipo de música de gran popularidad entre personas de diferentes edades y clases sociales también tiene sus amantes, entusiastas como pocos. El relato arranca en Europa, más precisamente en Portugal, donde vive el realizador y también hay un evidente interés por un estilo que apunta básicamente a promover la diversión y el baile, e incluye escalas en Chile, Bolivia, Colombia, Perú y Brasil.
¿Es posible que la cumbia tiente en Japón, Vietnam, Filipinas y Camboya como lo hace en América Latina? Aunque parezca extraño, la respuesta es sí. Su encanto, su flexibilidad para adaptarse a diferentes contextos y fusionarse con otros ritmos y sobre todo su invitación a celebrar capturan rápido, igual que los testimonios que recoge la película de artistas reconocidos como Totó la Momposina (Colombia), Los Mirlos (Perú), Celso Piña (México) y Coco Barcala (Argentina), muy elocuentes en sus definiciones. Más que analizarla desde un punto de vista técnico, el film -que había sido seleccionado para la edición del Bafici que la cuarentena obligó a suspender- propone una mirada que la entiende como un fenómeno social cada vez más expandido.