Sobre la costa portuguesa se levanta un majestuoso escenario con el océano Atlántico de fondo. Se trata del epicentro de un festival de música donde desfilan bandas de diferentes estilos y procedencias, incluyendo una cuyos sonidos resultarán indudablemente familiares para un oído latinoamericano. Allí, en pleno corazón de Europa, a miles de kilómetros de nuestro continente, hay una banda que toca cumbia. Y un público que baila.
Uno de los integrantes de ese grupo es el también realizador Pablo Ignacio Coronel, el mismo que se propuso indagar en la movida tropical nacional en el documental Cumbia la reina (2015). Es un hombre que pasó de probar suerte en Europa a recorrer gran parte del mundo con la banda. Durante ese tiempo observó que en cualquier lugar, hasta en países con una cultura alejada de los parámetros occidentales como Japón, la cumbia se baila con la familiaridad de lo autóctono.
“¿Qué tiene la cumbia para provocar esta energía contagiosa, pacífica y alegre?”, pregunta la voz en off del realizador que guía el cauce narrativo de Cumbia que te vas de ronda. Para encontrar una respuesta arma un equipo técnico integrado por músicos con el que inicia un viaje hacia los orígenes de uno de los ritmos indisociables de la cultura latina.
Que Coronel y su equipo sean músicos explica los méritos y errores de este documental. Por un lado, es evidente que el motor principal del proyecto es la pasión y, por lo tanto, hay una vocación genuina por llevar adelante la investigación, por indagar en los pliegues de la historia, por conocer los secretos de un fenómeno de masas. Para eso cuenta con testimonios de grandes referentes de Colombia, México, Bolivia y la Argentina, con quienes Coronel y compañía aprovechan para ensayar unos compases.
Pero es por esa pasión que Cumbia que te vas de ronda se vuelve por momentos caótica y derivativa, más centrada en el disfrute personal de sus responsables que en la articulación de un relato sólido. No le hubiera venido un poco más de orden, un pulido narrativo que permitiera sacar mejor provecho del material de archivo y periodístico. De todas maneras, y aun con esos reparos, Cumbia que te vas de ronda no deja ser una más que interesante aproximación a una movida menospreciada por aquellos sectores intelectuales que piensan que popular es una mala palabra.