Colorido, luminoso, vital como su afiche y trailer es Cumbia que te vas de ronda, documental que Pablo Ignacio Coronel escribió con Analía Bogado y dirigió solo, pero que enseguida declara su naturaleza «colaborativa». La precisión es justa: la riqueza de la película radica en la diversidad de compositores, intérpretes, bailarines, managers, estudiosos, seguidores, neófitos que participan de entrevistas, recitales, fiestas, karaokes, apariciones televisivas.
Además de realizador, editor y cameraman, Coronel es músico así como otros integrantes del equipo de rodaje. Vale mencionar este dato antes de señalar el uso de la primera persona del singular en tanto voz cantante de este proyecto a la vez cinematográfico, musical y si se quiere académico. De hecho, el propósito central del film es probar que la cumbia es un género –no menor como suele decirse– sino popular en el sentido positivo del término, es decir, con una capacidad de convocatoria que desconoce límites geográficos, idiomáticos, culturales, y que se reinventa con el tiempo.
Además de este largometraje, Coronel dirige la pequeña banda que conforma con algunos compañeros de filmación y la investigación que lo lleva a rastrear melodías, letras y coreografías cumbieras por el mundo. Con perdón del lugar común, se trata de un hombre orquesta que desarrolla su tesis con todos los recursos posibles: teoría, entrevistas, registros de ensayos y espectáculos.
La ronda mencionada en el título adelanta la combinación de documental y road movie. Las escalas en Japón, Vietnam, Camboya, Filipinas conforman una gema; aquéllas en México, Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina proyectan de manera amorosa, poética, acompasada la identidad latinoamericana. «Así lo soñó Bolívar» entona el vocalista de la banda Agua Sucia y Los Mareados en Cumbia cumbiamberos.
La fotografía del mismo Coronel resulta tan estimulante como la banda sonora conformada por una treintena de canciones. Y los intentos de definición por parte de los legos en la materia (por ejemplo la expresión «Fuego en el corazón» en boca de una joven nipona) deslumbran todavía más que las consideraciones de los especialistas («alegría empaquetada musicalmente» sostiene el documentalista colombiano Ebiru Ojaba).
Tarde o temprano, el público filmado marca «el ritmo con el pie» en palabras de otro entrevistado. La constatación aplica para los espectadores del largometraje, aún para quienes preferimos otros géneros musicales.
Cumbia… es una coproducción entre Argentina, Bolivia, México, España y Portugal. Este dato también revela la naturaleza colaborativa de esta obra que, según consta en la introducción, es «de todxs y para todxs».