Eastwood al borde del melodrama
La idea de una comedia dramática familiar, pero de béisbol, no suena como muy atractiva, aun cuando se trate del proyecto elegido por Clint Eastwood para volver a la actuación, algo a lo que había renunciado hace años, luego de protagonizar «Gran Torino».
Una vez que se acepta que es una película de béisbol, luego también hay que admitir que, en cuanto a comedia, se maneja solamente dentro del terreno de la ironía, mientras que en la parte dramática por momentos se deja llevar casi peligrosamente hacia el más puro melodrama.
Pero el conjunto está equilibrado, sorprendentemente, gracias al foco en el béisbol como marco de todo lo demás. Y por supuesto, las excelentes actuaciones de todo el elenco ayudan mucho, empezando obviamente por Eastwood -que inicia el film con un extraño soliloquio dedicado al aparentemente complejo acto de orinar-, y siguiendo por una sólida Amy Adams que logra mantener un ping pong de diálogos corrosivos de intensa mala onda con el protagonista, su padre en la ficción.
Eastwood interpreta a un legendario buscador de talentos beisbolísticos, que no sólo hace rato está desactualizado al no tener la menor intención de usar una computadora, sino que además está sufriendo serias afecciones en la vista, lo que puede ser un grave problema para alguien que debe ver las performances de los jóvenes jugadores de las ligas universitarias que debe calificar para ser comprados por su equipo.
Amy Adams es su solitaria hija abogada, workaholic y resentida por una infancia en la que, luego de la muerte de su madre, fue enviada a casas de tías lejanas o a colegios de pupila. Los problemas de su padre llevan a que un amigo y directivo del equipo (John Goodman) le pida que acompañe al viejo gruñón durante la elección final de los jugadores que podrían convertirse en la estrellas de la próxima temporada. En el medio aparece también un antiguo jugador protegido de su padre, dañado por la presión de las grandes ligas y ahora convertido en un buscador de talentos, pero para otro equipo. Dado que es el personaje de Justin Timberlake, el factor romántico está garantizado, aunque termina siendo un poco light para un film donde el padre de la novia es Eastwood.
Con tantos buenos actores (incluyendo a Ed Lauter, Robert Patrick y Bob Gunton) la película se disfruta, más allá de sus puntos débiles. Y, sobre todo, termina convenciendo por sus notables escenas de béisbol, atractivas incluso para aquellos espectadores que no tengan la menor idea de las reglas de este deporte. En este sentido, el título original, «Trouble with the curve», algo así como «el problema con la curva», daría una idea mejor de todo el asunto.