Un drama bien narrado
El consagrado Clint Eastwood regresa a la actuación cuatro años después de su gran papel en Gran Torino (2008), en un film que también lo tiene como productor pero esta vez no en la dirección. Algo que no sucedía desde 1993 en el thriller En la línea de fuego, con su memorable trabajo a las órdenes de Wolfgang Petersen.
Esta vez el director fue Robert Lorenz, un legítimo discípulo del maestro que tras acumular mucha experiencia como asistente de dirección y productor de Clint Eastwood en más de 20 películas, incluyendo Poder absoluto (1997), Río místico (2003), la ganadora del Oscar a Mejor Película Million Dollar Baby, (2004), Cartas de Iwo Jima, J. Edgar e Invictus entre otras, debuta en la dirección. Dato a tener en cuenta ya que podría explicar como un drama con todos los elementos para ser una gran película termina siendo un film muy bien realizado.
Curvas de la vida nos trae a quien ha sido uno de los mejores cazadores de talentos de béisbol por décadas, pero se niega a reconocer el paso del tiempo y afrontar que su carrera podría terminarse. Con una hija con la que nunca tuvo una relación estrecha y cuyas vidas los han llevado en direcciones opuestas, pero que lo acompañara en su último viaje como cazatalentos obligándose a enfrentar sus diferencias. Dos personas que escudadas en su trabajo evitaron siempre enfocarse en algo más y no tener que explorar su lado más profundo y emocional.
Una historia que indaga sobre nuestras prioridades, carreras, amistades y familia, ante ciertas circunstancias que la vida nos pone enfrente. Con personajes que enfrentan una transición, un punto de quiebre que los obliga a cambiar a pesar de lo aterrador que pueda ser el cambio
Clint Eastwood, interpreta magistralmente a este hombre que se acerca al final de una larga carrera y que es demasiado orgulloso, o demasiado necio como para revelar que sus ojos ya no son tan precisos como sus instintos, que cree en los métodos ya conocidos y comprobados de hacer las cosas pero que le guste o no deberá afrontar los cambios.
Un personaje con muchos elementos de aquel veterano entrenador de Million Dollar Baby y el viejo cascarrabias, prejuicioso y egoísta de Gran Torino, que Eastwood desarrolla con gran naturalidad y sus dosis de humor corrosivo.
Pero a pesar de la estupenda actuación de C. Eastwood y Amy Adams, acompañados de un gran elenco con nombres de la talla de John Goodman, Matthew Lillard, Matt Bush, Robert Patrick, Scott Eastwood, Curvas de la vida no profundiza en los aspectos sombríos de estos personajes y solo los atiende sobre el final, para dar curso a las acciones que devendrán en un clásico happy end y lugares comunes que se acercan más a los dramas románticos que Clint Eastwood jamás hubiese incluido.
Con una estética y puesta en escena que hacen recordar permanentemente a su maestro, Lorenz eligió, tal vez, una veta más romántica y una banda sonora sin jazz para diferenciarse. Curvas de la vida es un drama bien narrado y prolijo en su construcción, pero sustentado principalmente por las excelentes actuaciones de un gran elenco.