El béisbol.
Un deporte que es aburridísimo de ver, divertido para jugar y en el cine brindó muchísimas películas fabulosas.
En este caso estamos ante una propuesta con esta temática que se destaca por tener como figura central a un grande de Hollywood.
Después de muchos años Clint Eastwood volvió a protagonizar un film dirigido por otro director, algo que no ocurría desde 1993 cuando hizo En la línea de fuego, de Wolfgang Petersen.
Desde entonces cada producción en la que apareció Clint siempre estuvo involucrado en la dirección.
Curvas de la vida es una propuesta de su productora pero la dirección corrió por cuenta de Robert Lorenz, quien fue asistente de Eastwood en filmes como Río Místico, Cartas de Iwo Jima, La conquista del honor y Millon Dolar Baby entre otros.
Desde Poder absoluto (1997) que vienen trabajando juntos por lo que no es raro que el veterano cineasta le confiara la película a Lorenz.
En este caso Eastwood ofrece un buen drama que se destaca principalmente por la química que tuvo con Amy Adams que es la columna vertebral de esta historia.
Si bien el tema del béisbol está muy presenta en la trama e inclusive se retratan aspectos interesantes de este deporte, el film se centra más en los conflictos de comunicación que tiene un padre con su hija y cómo entre ambos intentan conectarse nuevamente y construir una relación más estrecha.
Eastwood vuelve a interpretar el rol de viejo gruñón que vienen haciendo en sus últimas apariciones como actor y en este caso estuvo rodeado de un muy buen reparto secundario donde se destacan principalmente John Goodman y Justin Timberlake.
Curvas de la vida es un buen drama con algunos momentos graciosos que si bien no será recordada como una de las producciones memorables de Eastwood no deja de ser otra buena oportunidad para disfrutar del viejo Clint en la pantalla grande con una historia entretenida.