Película convincente y a la vez convulsionada, al punto de la posible desorientación inicial del espectador, Custodia compartida parte de un título en castellano -también el inglés- que confunde: esto no es una película sobre la tenencia de los hijos luego de un divorcio. El título original en francés va por otro lado, y la propia película usa esa disputa como punto de partida de algo más, de algo central y de otro nivel de oscuridad. No estamos ante un drama judicial, ni ante un drama implosivo acerca de gente anestesiada emocionalmente. Estamos ante convulsiones, violencias, anuncios de explosiones intermitentes y en aceleración.
Custodia compartida, continuación de un corto del mismo director y con los mismos personajes nominado al Oscar llamado Avant que de tout perdre, puede verse sin conocer esa historia previa. Su contundencia y eficacia descansan en otros lugares: en las actuaciones basadas en performances notables y en tipos físicos aprovechados de forma llana, frontal, sin vueltas: todo es lo que parece ser. Lo que es más cambiante es la puesta en escena: siempre sin música y en un principio cruda, con planos de nucas en una muestra más de la demasiado presente influencia del cine de los Dardenne en el cine europeo, esta notable ópera prima sobre violencia doméstica muta en el último tercio hacia el thriller tenso, que aprovecha las posibilidades de una cámara ya liberada de rendir pleitesía a cierta distancia realista desaprensiva.