"Custodia compartida" arranca en una sala de los tribunales de una ciudad francesa donde un ex matrimonio dirime junto a un par de abogados y frente a una jueza sobre la custodia de sus dos hijos, un chico de 11 años y una joven de 18. La película termina cuando una vecina del departamento de uno de los implicados en esta historia cierra la puerta, la pantalla queda negra y los espectadores lanzan una línea completa de suspiros. Entre estos dos puntos la historia que se cuenta es una derivación de lo que resuelve la jueza, que no siempre acierta sobre lo que es real o irreal.
Los niños no querían ver a su padre y la justicia tiene que resolver si eso es producto de una manipulación de la madre o porque, efectivamente, el padre es un violento incurable.
La película rápidamente devela cómo es la situación, y quizá esto sea lo único criticable del filme. El resto es impecable, desde las actuaciones (sobre todo Antoine Bresson, como el padre de los niños), la ausencia de banda sonora y la desnudez de las imágenes. "Custodia compartida" carece de golpe bajo, pero lo mismo, con el correr de los minutos, lleva al espectador por un camino de angustia y terror hasta el final. El filme habla sin hablar sobre si los abusadores resultasen tan evidentes a los ojos del mundo, no existirían las dudas.