Nominada a dos Premios César de la Cinematografía Francesa (Mejor diseño de vestuario y mejor diseño de producción) esta propuesta de Alexis Michalik, responsable también del guión y de la adaptación de la pieza teatral, nos invita a sumergirnos en el mundo de Edmond Rostand, durante su proceso de creación de Cyrano de Bergerac, para algunos considerada la obra teatral más importante de su país.
Narrada en clave de Vodevil, y con solventes actuaciones, el film se desarrolla con un gran sentido del ritmo y dinámica, en el que se abre paso además a algunas de las recreaciones de la obra original, todo ello condimentado con un gran humor y con eficaces gags que acentúan la progresión de la trama.
El actor Thomas Solivérès personifica al Rostand de esta propuesta, dotándolo de un sutil humor y un acentuado romanticismo, acompañado por el siempre eficaz Olivier Gourmet y Mathilde Seigner, en un elenco sin fisuras.
Una verdadera celebración del teatro en el cine, sin por ello incurrir en morosidad (como algunas veces suele suceder) el montaje es ágil y resuelto y todos los rubros técnicos se encuentran ajustados.
Cyrano Mon Amour no sólo homenajea a la pieza de referencia, sino también a su sustento, que es la actuación, y el propósito esencial que conlleva tal profesión. No en vano Michalik, su director, es también actor, quien además se reserva uno de los personajes del film.
Sobre los créditos del final, y como regalo especial, se van a poder apreciar en breves segmentos, todos los actores que personificaron a este célebre personaje de la dramaturgia francesa.