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Esplendor de la Belle Époque
ESPECTÁCULOS
25 junio 2020 - 00:00
Esplendor de la Belle Époque
Por Paraná Sendrós
Ágil, deliciosa, de transcurso impecable y elenco en estado de gracia, con personajes memorables y hermoso tratamiento visual, esta comedia romántica rinde homenaje a la Belle Époque, el loco entusiasmo de los artistas, la inspiración febril de los poetas, y el eco de su inspiración en las mujeres y en la gloria eterna. Edmund Rostand alcanzó esa gloria cuando creó el “Cyrano de Bergerac” y Benoit-Constant Coquelin lo puso en escena. Alexis Michalik la está alcanzando con esta obra que cuenta la maravilla de aquel diciembre de 1897, en que escritura, ensayo y estreno del “Cyrano” fueron casi simultáneos. Pero, en verdad, imagina, potencia, embellece la historia, combina figuras reales y ficcionales, apura el modo en que Rostand pudo haberse inspirado, desvía hacia otra joven lo que el poeta escribió a su mujer (y eso le permite jugar al vodevil, tan de la Belle Époque), agrega un hermoso diálogo sobre la fama fugaz de los actores, describe los nervios de la noche de estreno y también los aplausos y besos posteriores (y qué francés resulta que la esposa vea con orgullo el beso que una admiradora le estampa a su marido).
A señalar, de un elenco enorme e impecable, dos actorazos: Olivier Gourmet, conocido por los dramas de los Dardenne, que aquí hace un gozoso y entusiasta Coquelin, y el señor Jean-Michel Martial, el Monsieur Honoré que difícilmente haya existido, pero ennoblece toda la obra. Martial, dicho sea de paso, fue un actor y director malgache, presidente del Consejo de Franceses de Ultramar, y ejemplo de su raza. Un Cyrano de estos tiempos, que vale la pena recordar.