Damas en guerra matan la comedia
Una duración de dos horas nunca es recomendable para una comedia, salvo excepciones de corte épico que no es precisamente este caso. Aquí lo único épico es la falta de coherencia en el sentido del humor, y los abruptos cambios de tono que nunca permiten que el espectador llegue a sentirse cómodo, ni mucho menos interesado en esta historia satírica del universo femenimo, a la que se podría ubicar en algún intermedio o híbrido entre «Sex And The City» y los dibujos de la muñeca Barbie.
El asunto es de lo más frívolo, tanto que como tópico ni ha llegado a interesar nunca a las editoras de revistas femeninas. Una chica se casa y, a la hora de elegir a su dama de honor, reparte ese privilegio entre demasiadas amigas, todas de idisoncracias diferentes, lo que genera desplazar totalmente el interés del punto central de la boda -es decir la novia y su futuro marido, la fiesta, etc.) a una especie de enfrentamiento cada vez ams agresivo por entronizar a la verdadera mejor amiga entre las distintas damas de honor.
Las actuaciones no son del todo descartables, y a veces mantienen el interés más allá de que no pueden no seguir los distintos cambios abruptos de estilo impuestos por el guión y la floja dirección de Paul Feig. Hay algún colorido típico de las películas sobre bodas, y algún chiste suelto eficaz, pero no mucho más.