La compañía de Apatow nos trae nuevamente una comedia, esta vez enfocada en un punto de vista femenino. La caótica preparación de una boda teniendo como protagonista a la dama de honor. Con algunas reminiscencias de The Hangover, conocemos a un grupo de mujeres que buscan más llamar la atención de la novia que del resto de los invitados.
El papel de la mujer en el cine ya no es lo que era, ya no se casan a los veinte ni tienen hijos antes de los treinta. Ya no, y Damas en Guerra se encarga claramente de marcarnos los nuevos parámetros de la vida de pareja. Hay que casarse después de los treinta y, seriamente se replantea la idea de la felicidad de la mano de los hijos propios. A medida que crece la expectativa de vida también se aleja la edad del compromiso, casi de la mano se mueven.
Entonces, tenemos la historia de Lillian y su mejor amiga Annie, se conocen desde la primaria y conservan su amistad cual relación de hermanas. Cuando a Lillian le proponen casamiento Annie es la primera en saberlo, y también pasa a convertirse en la dama de honor; encargada de organizar la despedida de soltera y los detalles del casamiento como el vestido de la novia, invitaciones y demasiados etcéteras.
El problema llega de la mano de otra de las amigas de Lilliam, la perfecta Helen, quien no tiene nada mejor en qué invertir el tiempo y decide competir con todo su poder económico para organizar un casamiento exorbitante, ridículo, exagerado y presuntuoso por demás. Annie, hace todo lo posible porque las cosas salgan como ellas las planeo, pero Helen siempre logra ir un paso más allá y anticiparse al problema siendo ella la solución.
La película roza por momentos el humor escatológico, cae en algunos lugares comunes y ciertas escenas son demasiado largas. Más allá de eso tiene momentos muy efectivos como la escena de la borrachera en el avión o los primeros momentos de la protagonista con su fuckbuddy, interpretado por John Hamm en un papel que lo saca un poco de esa seriedad estereotipada que lo rodea.