La barbarie de la civilización
En 1896 Damiana era Kryygi, el nombre que habían elegido sus padres, habitantes de la selva paraguaya de la etnia Aché. La niña había vivido en esa comunidad apenas tres años hasta que unos colonos masacraron a todos los que conocía y se la llevaron, la bautizaron como Damiana y la prepararon para que preste servicio como sirvienta, aunque las pésimas condiciones a las que se la sometió hicieron que terminara internada en un psiquiátrico, en donde la llegaron a fotografiar desnuda para documentar un estudio racial, dos meses antes de que muriera por tuberculosis. Su cuerpo fue mutilado en pos de esos bárbaros intereses científicos y mientras que la cabeza fue enviada a un hospital universitario en Berlín, el resto quedó olvidado en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
El documentalista Alejandro Fernández Mouján (Los resistentes, Pulqui, un instante en la patria de la felicidad, Espejo para cuando me pruebe el smoking) realiza una exhaustiva investigación que como todo buen thriller, va revelando el crimen que lo ocupa, en este caso un hecho que sucedió hace más de un siglo pero que en el relato no pierde la magnitud del horror a la que fue sometida una niña y su pueblo por el hombre blanco. Con la voz del propio Mouján que va hilando la búsqueda pero que también transmite un genuino horror por lo sucedido, la película tiene como centro la foto de la cautiva, la inenarrable tristeza de su mirada y desde allí, con el testimonio de miembros de los Aché, de los antropólogos, o en el acto de devolución del cráneo de la chica, hasta el entierro en el lugar que fue su tierra –ahora cercada por los cultivos de soja y mostrando las pésimas condiciones en que vive su pueblo en el presente–-, la investigación intenta y consigue devolverle una porción de dignidad a Damiana, que nunca dejó de llamarse Kryygi.