Uno de los grandes documentales del 2015
Con todos los temas pueden hacerse documentales. Obras que pongan blanco sobre negro en algunos temas, aunque a veces queden parcializados porque no hay “derecho a réplica”. Es más, se podría decir que hasta no hace poco la palabra documental estaba bañada por un halo de solemnidad indiscutible. Probablemente sea, por el deseo de registrar la realidad, uno de los géneros cuyo contenido pocos perderían el tiempo en cuestionar. Por esta y otras razones, los documentalistas realizan una tarea doble a la hora de abordar sus proyectos: satisfacer su curiosidad y abrazar la idea de tener un disparador que puede derivar en cualquier otra cosa.
Con esta última premisa, Alejandro Fernández Mouján, antropólogo y director de ésta realización, tiene en sus manos una preciosa propuesta intrínseca en las imágenes de “Damiana Kryygi”: No quedarse quieto frente a las varias preguntas que surgieron al descubrir en un museo los restos de Damiana, una chiquita nacida a fines del siglo XIX (así la llamaron en ese tiempo) en la comunidad Aché, la que fue trasladada de su lugar de origen a Buenos Aires y, posterior a su muerte, se convirtió en objeto de estudio antropológico (vaya paradoja que deja instalada éste estreno), por gente de acá y de Alemania. Cuerpo en un país, cabeza en el otro.
La riqueza del documental en cuestión deja ver, es cierto, la historia per sé. Cada uno puede suponer, por intuición, que los jefes de las comunidades originarias de cualquier lugar del mundo, todavía mantienen en sus tradiciones ancestrales el conocimiento necesario para ser enciclopedias vivas de la historia de su pueblo. Y allí va Alejandro Fernández Mouján con su cámara, su enorme sensibilidad por lo que cuentan las imágenes, y un inextricable deseo de balancear las cosas. Reivindicar, reparar, dignificar, honrar y respetar al otro. ¿Hacer justicia? Puede ser también.
Veremos entonces un gran recorrido supra significado desde el punto de vista de la obra, porque la idea es ver cómo y cuál es el camino del regreso de esos restos a su lugar de pertenencia.
Los encuadres (en especial los de exteriores) cuentan, la música está elegida, y también cuenta, la fotografía abraza un concepto hegemónico con buena claridad de las limitaciones de los planos. Por eso es menester que el espectador se deje llevar por el recorrido; porque es la esencia misma de la inquietud de indagar más allá de lo que propone la vista y el conocimiento previo. En este sentido, la película parecería ser un spin off (film o serie que se desprende de su núcleo original) de “El Etnógrafo” (2013).
Hemos dicho varias veces esta frase cambiando el año y el título, pero resume bien la intención de este comentario. “Damiana Kryygi” es uno de los grandes documentales de 2015.