El aparato del merchandising no se detiene y, dado que los superhéroes venden, vamos a venderle a todos su propia versión. Faltan, por ahora, los superhéroes cubiertos con chocolate. O quizás no, hace mucho que la plata no da para pasar por el kiosco. En fin, aquí tenemos a un personaje del “canon” de Superman (Krypto, su superperro) que tiene que salvar a la Liga de la Justicia con la ayuda de otros superanimales que recién adquirieron poderes. Es decir, es un poco de cartoon tradicional, un poco de parodia, un poco de entretenimiento familiar, un poco de fábula con moraleja, un poco de diseño, un poco de todo. ¿Es algo, pues La liga de las supermascotas? Como mucha de la animación “de marca” que se amontona por estas épocas en la pantalla, trabaja sobre “lo conocido” para que el público sepa qué se puede esperar. Pero en realidad el problema de la película consiste en que le faltan verdaderos buenos gags. Algunos son previsibles, a otros les falta timing (esa componente imprescindible en la comedia y en casi todo) y hay algunos que aciertan. Da la impresión de un guión perezoso realizado a las apuradas para aprovechar, hasta la última gota, lo que la franquicia puede de sí. No aburre, seamos sinceros, y es probable que a los chicos les guste. Pero nada más.