Con la sangre en el ojo porque el padre tenía un almacén de barrio hasta que llegaron los chinos, un hombre decide pagar con la misma moneda y pone un supermercado argentino en la mismísima China. Más exactamente, en Xiamen, provincia de Fujian, que es donde vienen casi todos los chinos a poner supermercados en la Argentina.
La idea es muy buena, los apuntes son llamativos, el tono amable, los colores apagados, parejos a la gente amable y el cielo gris de aquellos lares, y la música medio murguera, con inesperadas estrofas del “Libertango” a cargo de un cuarteto local, o “En el país de la libertad” cantado en chino por un cliente amigo. En las estanterías, sopa de pulpo en lata junto al fernet y el dulce de leche. En la puerta (nada es perfecto) el inspector que debe aprobar la habilitación del local.
Logrará nuestro héroe la venganza? Por lo pronto, empieza a compartir con aquellos inmigrantes la misma aflicción y la necesidad de sacrificarse de veras y trabajar en serio. Y encima aprender el idioma. Autor, Federico Marcello, documentalista viajero. Intérpretes, él mismo, Pablo Zapata, Hu Xiao Song, Ho Ning, que en la vida real tenían acá un supermercado pero en 2002 se volvieron, y otros comedidos. También comedidos, Tuco y Esteban De Bonis, autores del breve dibujo que acompaña los títulos. Esta película se hizo a pulmón. No tiene ni pide créditos, subsidios ni espacios del Incaa. Es verdaderamente independiente.