Viggo Mortensen y Oscar Isaac, lo mejor de un tenso triángulo.
Este thriller basado en un relato de Patricia Highsmith se sostiene bastante bien por las buenas actuaciones y las locaciones exóticas, aunque está claro que sería más potable para la pantalla chica que para el cine.
Viggo Mortensen y Kirsten Dunst interpretan a una pareja de ricos y despreocupados estadounidenses viajando por Grecia. En Atenas, conocen por casualidad a Oscar Isaac, un compatriota que trabaja como guía turístico, y aunque nadie parece confiar mucho en nadie, surge algo que se podría llamar una amistad si no fuera que casi nada es lo que parece y a que las cosas pronto se complican en todas las direcciones posibles.
La película empieza muy bien con el encuentro y la descripción básica del trío protagónico, que pronto se ve metido hasta el cuello en un asunto criminal difícil de manejar, especialmente para el guía que no tiene nada que ver con los negocios sucios de la pareja que acaba de conocer. Pero la casualidad, el dinero, y una atracción con la chica en el trío provocan que todos huyan desde Atenas hasta Creta, donde la lógica tensión del caso se potencia hasta un punto extremo.
Todo sería más creíble y sustancioso si el personaje de la tercera en discordia, es decir Kirsten Dunst, estuviera mejor aprovechada. Sin este detalle, el director y guionista británico-irani Hossein Amini estira demasiado algunas escenas, aunque por suerte aprovecha bien momentos clave del relato logrando un resultado convincente.
Los sólidos Mortensen e Isaac son los que hacen que todo tenga sentido, y mientras la fotografía de Marcel Zyskind apoya el atractivo de las locaciones, la música del vasco Alberto Iglesias genera tensión ya sea poniéndose hitchcockiano o, incluso, con mucha más originalidad pero no menos precisión, casi tanguero.