Y si quiere puro corazón y -también- un manejo narrativo preciso y notable, De Caravana. La película cuenta cómo un fotógrafo cordobés más bien “concheto” se relaciona involuntariamente con tres lúmpenes que trafican droga. En el medio hay amor, celos y la Mona Jiménez. Lo que no hay es pintoresquismo, mirada condescendiente, denuncia social, dedos señalando. Hay una comedia policial y de aventuras por las calles de una ciudad que se transforma en un auténtico escenario cinematográfico, hay personajes inolvidables (el traficante Maxtor, la travesti Penélope) y hay un amor absoluto por el viejo arte de contar un lindo cuento. De paso, la película se encarga de hablar (cosa rara, la de Almodóvar también, pero de un modo forzado y académico) de las relaciones entre el cine y la vida. Por supuesto y como debe ser, toma partido por la vida. La excusa de planear un secuestro de la Mona pasa de un disparate a un gran resorte dramático, resuelto limpiamente. Sea feliz, tome un fernet y salga de caravana.