Una casa vacía, dueña de recuerdos alegres y tristes. La infancia pasó hace tiempo, y sus padres murieron. Ante este panorama tres hermanas llegan en auto a las afueras de un pueblo de la provincia de Buenos Aires para poner las cosas en orden y poder venderla.
Ernesto Aguilar encara su largometraje con la idea de contar una nueva versión del desarme y vaciado, de un inmueble familiar, cuando sus dueños han fallecido.
Con un austero presupuesto, sin música incidental, sólo en ciertos momentos importantes se escucha alguna risa de bebé, pero lo que predomina es el sonido ambiente como única compañía de un elenco de tres actrices, filmado casi todo en exteriores, con sólo una pequeña parte en el interior de la casa, se desarrolla la historia.
Alejandra (Florencia Carreras), Laura (Yanina Romanin), Daniela (Florencia Repetto) paran por un momento en la propiedad para buscar unos papeles pero, inexplicablemente, se quedan allí todo el día. Sobre eso se basa el relato. Charlan, se ponen al día con sus asuntos, almuerzan, encuentran elementos y juguetes de su niñez y recuerdan los tiempos idos, además, toman sol, etc.
El film se sustenta en los diálogos y no en las acciones, pues lo que predomina es el letargo y la parsimonia. Tal vez lo más rico sea la personalidad y la biografía otorgada a cada una para que desarrollen sus personajes en consecuencia. Porque. se muestran ante las otras bien, estables, conformes con lo que son y adonde llegaron, pero la realidad es todo lo contrario. Ellas saben cómo disimular para no quebrarse y avergonzarse por su presente, porque tienen y sienten, en la profundidad de sus almas, muchas más cosas en el debe que en el haber. Los únicos instantes en que afloran sus sentimientos, emociones y angustias guardadas son cuando están solas y se encuentran con los fantasmas que las atormentan.
La apatía y calma gobierna la narración. Sólo gracias a la borrachera es que Alejandra confiesa su más oscuro secreto, pero las otras hermanas no aprovechan la oportunidad de imitarla. De algún modo se podría trazar una analogía entre lo que les ocurre a las chicas y la historia en sí misma. El conformismo y la intrascendencia es la que sale victoriosa.