He visto bastante de la filmografía del realizador independiente Ernesto Aguilar y hay que destacar que este año se han estrenado tres títulos suyos en Espacios INCAA: "Ivi", "Lucy en el Infierno" y este que nos convoca hoy, "De despojos y costillas". Aguilar trabaja con una productora bonaerense pujante, con mucha fuerza y compromiso (Margen Cine), y tiene una extensa carrera como realizador, aunque sus títulos más emblemáticos no son conocidos por el gran público en nuestro país.
Para los que me leen habitualmente, brego por que sus trabajos tengan un soporte técnico acorde y que mejore la capacidad de desarrollo de sus proyectos, a través de guiones más interesantes y acordes a las posibilidades de realización concreta. Resistí mucho títulos como "Lucy en el infierno" y por eso, creo que a Aguilar le viene bien explorar otro tipo de tópicos, como el que trae en "De despojos y costillas".
La primera impresión es que este es un título que conecta temáticamente con una gran película nacional del 2012, "Abrir puertas y ventanas" (de Milagros Mumenthaler). Escenarios de casa grandes, en el suburbio de la ciudad, y un duelo. Alguien falta. Y esa ausencia es reciente, dolorosa, punzante.
Y tres mujeres jóvenes se reunen, a elaborar, de alguna manera, esa pérdida y avanzar con motorizar resoluciones que les permitan seguir adelante. Alejandra (Florencia Carreras), Daniela (Florencia Repetto) y Laura (Yanina Romanin) se reunen en la casa de su mamá, recien fallecida.
Cada una viene de universos distintos, la vida las llevó por diferentes caminos y deben reencontrarse, (y reconocerse) en esta díficil circunstancia. Una de ellas está embarazada y viene de una situación complicada con su pareja, otra tiene problemas de relación para sostener a sus compañeros, y la tercera, directamente, vive en el exterior (Canadá) y está de regreso después de un tiempo largo.
Aguilar presenta un relato que intenta instalar la discusión sobre las formas de duelar. ¿El impacto de la pérdida es igual para las tres? ¿Qué rencores aparecen a la hora de la desaparición física de su madre?
Pero eso no es todo. Dos hermanas quieren vender la propiedad y para eso necesitan una sucesión y la firma de todas. Una de ellas no parece convencida. ¿Qué sucede en esa vinculación con respecto al pasado? ¿Qué sucedió en el último período donde su madre estuvo con vida? Estas y otras preguntas, aparecen naturalmente en el devenir de la cinta.
El problema es que su tratamiento no tiene la profundidad dramática necesaria para dar esas respuestas. No creo que sea deliberado. Me da la impresión que el contrapunto entre las hermanas debería registrar mayor voltaje, así como las escenas donde se conectan con la vida. Algo sucede y las actrices describen ese momento, pero no hay pulsión ni energía en esos intercambios. Eso no sucede, y "De despojos y costillas" muestra su costado frío, en términos de calor de pantalla.
La cinta avanza, pero las cuestiones, no necesariamente se resuelven. No es que tengan que serlo. Pero al dejar todo abierta, la pregunta natural es... ¿Y qué estamos intentando establecer?
Se percibe a "De despojos y costillas" un tanto débil en los diálgoos, hay descripción pero no tanta conexión emocional. No se percibe que haya una intencionalidad que profundice el conflicto y sólo presenta algo de las angustias de tres hijas, conectándose (en mayor o menor medida) con el recuerdo de su madre. Las tres tienen temas sin resolver pero su abordaje no cobra fuerza en ningún momento del film.
Los flashback y las apariciones (o alucinaciones), sólo aportan color y quizás no hayan sido necesarias. (Sí por ejemplo conocer más sobre porque las hermanas se llevan como llevan, en términos de afecto y comunicación).
Desde ya, que más allá de esta percepción, esta es de las mejores películas de Ernesto Aguilar. Sabe donde va, el camino es claro y su elenco responde al ordenamiento que propone para encuadrar la acción.
El hecho de que ruede la mayoría en interiores (excepto el patio de la casa), le permite dominar más los encuadres y el film evidencia un avance en cuanto a cómo venía produciendo Aguilar sus últimas películas. Se nota cierto progreso en la dirección de actores y es una buena noticia para quienes seguimos su cine.
"De despojos y costillas" es un producto independiente que muestra una idea sencilla, ejecutada con intérpretes competentes y con un esquema de producción que la hace más amistosa para el gran público que la mayoría de títulos de la trayectoria de Aguilar.
Estará en el Gaumont y en la red INCAA y es una buena posibilidad para apoyar a un cineasta que parece haber encontrado la conexión entre sus intenciones creativas, y lo que el espectador promedio necesita para ingresar a ese mundo particular.
Celebramos entonces el valor que "De despojos y costillas" ofrece en este contexto.