Nuestras últimas vacaciones en familia
La ópera prima de la cineasta chilena Dominga Sotomayor, De jueves a domingo (2012), está planteada como una road movie intimista en la que un viaje de fin de semana servirá para que una familia se despida del núcleo que la convierte en tal.
Una familia, compuesta por Ana y Fernando junto a sus hijos Lucía y Manuel, emprende unas vacaciones de cuatro días. Los padres se encuentran en medio de una separación, pero igual deciden viajar los cuatro juntos. De jueves a domingo es la visión de Lucía sobre lo que serán esas últimas vacaciones en familia.
Dominga Sotomayor propone un relato minimalista de diálogos distantes y grandes silencios, en donde cada uno de los personajes experimenta de manera interna ese deseo innato de salvación que tenemos los seres humanos ante una situación irrevocable. Los cuatro saben que al regreso ya nada será igual, pero como la esperanza es lo último que se pierde todos actuaran como si nada pasara, para de esa forma sentir que lo irreversible puede invertirse. Aunque la mentira no se sostendrá en el corto tiempo, y de a poco las caretas se les irán cayendo.
La directora moldea cada uno de los personajes para hacerlos atravesar por las más diversas sensaciones, que de una manera muy poco frecuente traspasan la pantalla pese a la no exteriorización de los sentimientos y la frialdad que transmiten sus emociones. Personajes apáticos que se hacen querer.
De jueves a domingo es una película de climas claustrofóbicos, con un relato en el que pareciera que todo va a estallar como un cristal en mil pedazos, aunque sepamos que nunca sucederá. Y ese es otro de los virtuosismos de Sotomayor, el de poner al espectador en un estado de tensión e incomodidad cuando la historia va por otro carril.
El cine chileno viene dando que hablar en el mundo entero con grandes películas de temas simples, pero narrados y mostrados de manera diferente. De jueves a domingo es un buen ejemplo de por qué esto es así.