CUANDO PASE EL TEMBLOR
Ignacio Roma es arquitecto, da clases en la universidad, trabaja con su suegro y recibe una invitación más que interesante: dar una charla en una universidad de Chile. Además de todo eso, Ignacio también es neurótico e inseguro, por lo que la posibilidad de viajar lo llena un poco de dudas y mucho más cuando en medio de ese proceso se entera que va a ser padre. Todos estos estímulos en pocos minutos parecen mucho para el tenso personaje interpretado por Esteban Menis, pero el director Manuel Ferrari le tiene un plan mucho más complejo: atravesar su experiencia en el país vecino con una serie de complicaciones que ponen a prueba su carácter inestable, entre equipajes que se pierden, contactos que no aparecen, ofrecimientos laborales impensados, extravíos, mareos, robos y un miedo ancestral a los terremotos. Todo en medio de la compleja geografía urbana de Valparaíso, de subidas y bajadas abruptas. Lo interesante de la película de Ferrari es hacer con todo esto una comedia incómoda pero a la vez muy divertida, una de esas experiencias contadas casi en tiempo real donde la acumulación de contrariedades generan un efecto cómico que choca contra el impertérrito aspecto del protagonista.
Desde el primer estupendo plano de su película, Ferrari ofrece una apuesta sutilmente pautada por la planificación: todo en De la noche a la mañana parece llevado por el azar y lo imprevisible, aunque el control de la puesta en escena es significativo. De ahí que la elección de la profesión del personaje sea absolutamente lógica con la caligrafía del film. Incluso hay algo más: nadie duda de que lo que sucede en la película ocurre en el plano de lo real, aunque hay elementos que parecen estar más relacionados con el universo de los sueños y de lo surreal. ¿De dónde sale ese perro que acaricia Ignacio en su habitación de la pensión? ¿Por qué pareciera que solo Ignacio siente que la tierra se mueve ante cada terremoto? ¿Es falta de acostumbramiento o se trata más bien de una exteriorización de sus miedos ante un mundo que se avecina con nuevas responsabilidades? De la noche a la mañana trabaja sobre algunos elementos típicos de la comedia moderna, como el carácter neurótico de su protagonista, pero corre al personaje de otros asuntos que podrían volverlo más previsible: en su andar no hay cinismo ni pose canchera ni misantropía, que es lo que suele aparecer en este tipo de comedias.
Lo que termina de darle organicidad a todo lo que sucede es la presencia de Esteban Menis. Estupendo actor cómico, es también un actor que trabaja habitualmente sobre diversas características que aquí fluyen con el tono de la película. Un poco que Menis encuentra aquí el personaje y la película perfecta para que su estilo dubitativo y errante encaje perfectamente. Su caminar desgarbado, su mirada perdida, su habilidad para encontrar la forma en que las palabras logran tener una musicalidad humorística hacen de Ignacio un personaje entre patético y querible. No hay en su neurosis algo que desagrade, más bien una forma de autodefensa ante un mundo que no comprende del todo. Y la película es eso mismo, la mostración de un síntoma, de un malestar, de una crisis generacional, pero sobre la que no tiene respuestas. De ahí que De la noche a la mañana termine con una imagen congelada: las consecuencias de lo que hace Ignacio durante las horas que compartimos con él -lo que ocurra después que pase el temblor- quedarán absolutamente fuera de campo para el espectador. Lo que importa, parece decir Ferrari, es la experiencia y el dejarse llevar.