Derivas e incertezas.
Las incertezas no sólo por la maternidad sino por esa crisis que muchos vaticinan a los cuarenta es la que atraviesa el derrotero de la dramaturga y escritora, ahora debutante en la dirección cinematográfica, Romina Paula. Es ella y su circunstancia la que motoriza esta película de enorme autorreferencialidad, que apela a veces a momentos de dramatización con actores amigos como Esteban Bigliardi por ejemplo en el rol de su pareja distanciada, pero también de su propia madre, con quien no sólo convive en su nueva etapa de hija con un niño, el dulce Ramón, acompañante de su enigmático misterio.
Las diapositivas son el soporte dramático donde Romina Paula abre el abanico al pasado, extrae desde la imagen fija el recuerdo comentado y este recuerdo comentado no únicamente es la expresión de la subjetividad sino una subtrama que le agrega una capa narrativa a otra de mayor peso. Sin embargo, desde lo discursivo el efecto disociativo se organiza y articula a partir de intervenciones de personajes, portadores de una voz distinta, donde las reflexiones danzan al compás de las preguntas que la propia directora confronta en su quehacer cotidiano.
Hablar la lengua materna y mezclarla con el español no es un aspecto menor porque la sonoridad de un lenguaje que para muchos espectadores puede resultar extraño, ajeno, distante, aproxima la idea de deriva constante por la que atraviesa Romina Paula. Tampoco dar clases de alemán a un alumno que quiere probar suerte en su futuro viaje a Alemania, otro efecto de fuga que se introduce desde un espacio metafórico en un personaje, el de la propia directora en su película y su estado de fuga de la tranquilidad de las sierras a la familiaridad del barrio de Béccar.
De nuevo otra vez se atreve a romper mitos y silencios, se anima a tomar el cine por las orejas, dando tirones pero también valiéndose de su fuerza como vehículo de transmisión de ideas donde las palabras a veces quedan cortas. La mixtura de lo literario con lo visual, en el tono intimista y documental, hace de esta ópera prima un prometedor camino para que Romina Paula y sus procesos vayan por una segunda película que seguramente no será para nada igual a esta.