El año pasado vimos un film con el mismo tema: bebes cambiados al nacer por un grave error hospitalario. Y era mejor. ¿Qué hacer ante semejante noticia? nos pregunta. El film procede con mucha cautela, demasiada, y prefiere acomodarse a un clima general de amabilidad y buena gente. El Hospital llega con la mala noticia y cada hogar hace lo que puede. Los padres se encuentran, se reúnen, se juntan para accionar contra el hospital (las madres siempre saben acortar distancia hacia el amor) y al final se ponen de acuerdo para que cada uno se vaya haciendo cargo de su verdadero hijo. El film propone una mirada maniquea sobre planteos muy profundos y subraya demasiado la diferencia entre el padre rico, insensible y torpe, y el padre más modesto, bueno, vital y aconsejador. El film es simplista y es curioso ver qué bien sale todo, sin mayores inconvenientes, gracias a la inmejorable predisposición de chicos y grandes. Si hasta la enfermera que se equivocó da lecciones morales. Es cierto que el tema es interesante, que nada está fuera de lugar y que la historia aporta preguntas sobre la paternidad, la crianza y las formas del amor filial. No está mal, pero un hay un tono impostado, convencional y edificante que le quita profundidad y valor.