¿El amor nace o se hace?
De tal padre, tal hijo es un trabajo algo menor de ese siempre inteligente y sensible cineasta que es el japonés Hirokazu Kore-eda. Como en casi todos sus films, el realizador de After Life, Nadie sabe y Un día en familia describe las siempre difíciles relaciones entre padres e hijos.
En este caso, se aproxima a los conflictos familiares a partir de la historia de un matrimonio de clase media-alta (él, un arquitecto workaholic; ella, la típica madre/ama de casa sumisa y comprensiva) con un niño de seis años.
Sus vidas cambian para siempre cuando un estudio genético demuestra que el pequeño no es en verdad el hijo “de sangre”, ya que en la maternidad al nacer fue cambiado por otro. La pareja (y también la que ha criado al chico que ellos concibieron) deberá definir qué hacer en términos prácticos, económicos (juicio por mala praxis) y, por supuesto, afectivos.
Kore-eda maneja el relato -como es habitual en él- con gran sutileza, cuidado por el detalle y convicción para exponer los dilemas y contradicciones que una situación de semejante tenor inevitablemente conlleva.
El film -aún con ese rigor, pudor y minimalismo que son marca de fábrica del director- no es todo lo sólido, conciso y fascinante que sí han sido muchos de sus trabajos previos, sobre todo porque cae en ciertos arquetipos al idealizar a la familia pobre y alegre en contraposición con la frialdad de la de clase alta. De todas formas, es un más que digno nuevo aporte a esa saga sobre las exploraciones en las profundidades más oscuras de las relaciones intrafamiliares que Kore-eda viene realizando desde hace ya varios años.