Reivindicación de la nueva masculinidad
En plena reivindicación de la nueva masculinidad, o de una nueva imagen del hombre en el siglo XXI, una historia de un padre que trata de sacar adelante su casa con dos hijos varones, sin ninguna mujer, era en principio bienvenida.
La vida de Joe da un vuelco cuando su bella y adorada esposa se enferma de cáncer y muere dejándolo solo con un hijo de 6 años. El es un periodista deportivo inglés que se liberado de su familia en su gris y lluvioso país para irse a una siempre soleada Australia, tras esa joven amazona de quien se enamoró y a la que embarazó. Tras su muerte, Joe no está dispuesto a dejar que ninguna mujer se introduzca en la casa y lucha por criar solo a ese chico.
El film está basado en la historia real del periodista Simon Carr, y lo dirige Scott Hicks, el mismo de la sobrevalorada Claroscuro (Shine). Como en esta última, despliega un arsenal de obviedades y golpes bajos, sobre todo en su primera parte. Cuando el hijo mayor de Joe decide ir a visitarlos, la cosa se pone un poco más interesante. Es rescatable la claridad de Joe para no caer en ninguna de las maniobras de las mujeres bien intencionadas que tiene a su alrededor -su suegra, una posible novia- y no claudica en su decisión de hacerse cargo de su casa y su familia.
La ley del padre aquí es que no haya leyes, y que a los hijos hay que darles libertad -el lema de la casa es “sólo di que sí”- aunque eso signifique el caos o a veces exponerlos al peligro, algo que Joe prefiere pasar por alto. Pero no hay que temer porque -para colmo- el fantasma de su mujer se empecina en aparecer en todo momento para darle consejos, que Joe sigue aplicadamente.
Clive Owen sostiene con su habitual profesionalismo una historia débil, qure por sí sola no podría salir adelante. Después de haberlo visto últimamente en películas de acción o intriga como Duplicidad, Niños del hombre o Agente internacional parecía ajeno a este registro cercano al melodrama y, sin embargo, logra darle una carnadura realista que resulta lo más logrado del film. A su lado, un debutante George MacKay convence en su lugar de adolescente en conflicto con sus padres, buscando su lugar en el mundo.
Pero poco profundiza el film en temas dolorosos que hacen a la relación familiar: la orfandad, la pérdida del ser querido, la necesidad del afecto paterno. Para apreciar las relaciones en una familia de hombres, y un mejor cine, basta recomendar la mexicana Alamar, vista y premiada en el último BAFICI.