Mamá a la fuerza
Digámoslo con todas las letras: a Joe (correcto desempeño de Clive Owen) , periodista deportivo, la vida no le sonríe precisamente cuando su segunda esposa australiana –la primera quedó hace 7 años en Londres con un hijo adolescente- comienza a deteriorarse a pasos agigantados por el avance de un cáncer.
Más allá de la angustia por la precipitada pérdida de su amada esposa y del vacío que genera en el hogar esa ausencia, Joe deberá convertirse en padre y madre de un niño de 7 años, quien lógicamente descarga toda su ira contra él por haber perdido a su madre inexplicablemente.
Sin saber mucho qué hacer en cuanto a la crianza, el hombre mantiene una conducta más que permisiva frente al niño y una relación distante y poco amable con su suegra, quien siempre lo reprocha. A eso debe sumársele la llegada poco oportuna del hijo abandonado en Londres -en una franca intención de reclamo hacia su padre- y la posible relación amorosa con una madre de una amiga de su hijo.
Si a todos esos lugares comunes el director ugandés, Scott Hicks, les hubiera insuflado ritmo; si hubiese buscado generar emoción genuina explotando las hábiles dotes actorales de Clive Owen en el melodrama, el resultado de De vuelta a la vida -basada en la novela del periodista Simon Carr- seguramente hubiese sido mucho mejor.
Lamentablemente pese al buen desempeño del elenco en su conjunto -completan el reparto Emma Booth, Laura Fraser, George MacKay, Nicholas McAnulty- la propuesta derrapa al utilizar los diálogos para enfatizar los estados de ánimo, al desgastar el recurso de la presencia fantasmal de la esposa que ya no está, y lo que es más grave en la poca profundidad con la que se desarrolla una historia que por su peso dramático daba para mucho más.