Hay equipo
En la industria audiovisual siempre se ha dicho que segundas partes no son buenas, pero entonces qué hacemos cuando esa segunda entrega es ligeramente peor que la primera, porque no es peor ni es mejor, es simplemente menos graciosa. Ese es el extraño caso de Deadpool 2, una segunda parte que divierte y causa gracia, pero no tanto como su hermana mayor.
Para aquellos que no me entendieron en mi laberinto de palabras se pueden quedar tranquilos: Deadpool 2 no es mala ni por asomo, pero se queda un paso atrás de la primera Deadpool. Tiene la misma fórmula de chistes, la misma violencia, pero se pone algo “chiclosa”, se pierde un poco en la insistencia por meter gags ochentosos y referencias culturales que aquí, en la Argentina, pasan desapercibidos.
Pero todo vuelve a la normalidad con momentos gloriosos como la creación de X-Force o los créditos iniciales y finales.
A pesar de eso, nuevamente con Ryan Reynolds al frente, una efectiva campaña de marketing de expansión viral, el carisma del personaje y un soundtrack ejemplar, se espera que nuevamente la recaudación explote por los aires.