Tras el éxito de su primera parte, Ryan Reynolds vuelve a ponerse el traje de Deadpool, esta vez dirigido por David Leitch (John Wick).
En Deadpool 2, Wade Wilson continúa combatiendo contra mafiosos e intentando encontrar un equilibrio con su novia Vanessa. El problema surge cuando Cable, un mutante que viene del futuro, llega intentando matar a un chico al cual Deadpool intenta defender. Para protegerlo debe reunir a un nuevo grupo de anti-héroes llamado X-Force.
La originalidad de la primera Deadpool fue romper ciertas fronteras establecidas de los cómics en el cine orientados para un público infantil/juvenil llevando la historia a un terreno más adulto, con lenguaje vulgar y algunas secuencias sangrientas. Logan de James Mangold repitió la fórmula y en los próximos meses veremos Venom de Ruben Fleischer bajo la misma idea.
En esta segunda parte el concepto se mantiene pero la intención ahora es formar aún más el universo que se está creando alrededor del anti-héroe de Marvel. Es por esto que se incluyen más personajes, con un gran trabajo de Josh Brolin como Cable, Zazie Beetz como Domino y el joven Julian Dennison como Russell. El resto de los mutantes no tienen mucha importancia en el desarrollo de la historia (salvo uno sorpresa y los ya presentados en el primer film) y sirven más como un engaño buscado para promocionar la película.
Aunque el fuerte de la historia de Deadpool es el humor, principalmente la sátira al universo de los héroes en el cine, se refuerzan los típicos conceptos del amor, la familia y la amistad. Por otro lado, las secuencias de acción tienen una gran variedad, pero se podría haber esperado mucho más de un director que realizó escenas memorables en John Wick y Atómica. Además de abusar notablemente del CGI y no presentar tantos efectos prácticos.