La secuela del superhéroe incorrecto, que habla a cámara mientras mata, interpretado por Ryan Reynolds, tenía todo el sentido después de la pegada de la primera. Y sí, Deadpool 2 es muy divertida, con muchos momentos para la carcajada fuerte y el esperable catálogo de meta referencias y guiños a la cultura pop que quedan rebotando en la cabeza como buenos chistes días después de verla. Hay una intro que sitúa y repasa, Josh Brolin vuelve a hacerse cargo del villano, como en Avengers, esta vez llegado del futuro, los X-Men, monumento a la diversidad y a la corrección política, lo miran de reojo, y un nuevo equipo de "héroes" se conforma para salvar a un antipático niño mutante, codiciada presa del malvado. Si no es todo el tiempo igual de entretenida o se siente menos redonda, más agotadora que la primera, son sutilezas que la hiperactividad general deja en segundo plano. Deadpool 2 es otro combo chispeante de violencia y humor, generoso en gags desopilantes, a la salud de ese credo que indica que es bueno poder reírse de todo, absolutamente de todo.