Estados anímicos
Declaración de vida (La guerre est déclarée, 2011) es una película sensorial acerca de un episodio traumático en la vida de una joven familia: su pequeño hijo de dos años padece cáncer y deberá recibir una delicada operación para sobrevivir. El film reconstruye audiovisualmente los diferentes estados experimentados por los padres en dicho proceso.
De modo autobiográfico se arma el relato, narrado por la madre del niño Juliette (Valérie Donzelli) desde su juventud, cuando conoce al padre Romeo (Jérémie Elkaïm), y su felicidad es plena, con una vida llena de esperanzas y libertad. Libertad que se ve invadida ante la llegada del hijo, paso obligado a la adultez. Punto en la historia que nos recuerda a otra película francesa estrenada el año pasado llamada Un suceso feliz (Un hereux événement, 2011), con los avatares que la llegada de un hijo produce en la joven pareja.
Pero en Declaración de vida la pareja en cuestión se presenta más sólida, dispuesta a enfrentar el destino hasta que…reciben la trágica noticia: su pequeño descendiente tiene un tumor en la cabeza que pone en riesgo su prematura vida.
A partir de ese momento la película podría tomar dos caminos: la crónica convencional al estilo Un milagro para Lorenzo (Lorenzo's Oil, 1992) o la experimental utilización del lenguaje cinematográfico para expresar –expresarse, recordemos que la directora Valérie Donzelli es la madre del niño en la película- las sensaciones sufridas por la pareja. Por suerte elije la segunda opción, con lapsos de divague, inconexos narrativamente, pero que ayudan a comprender lo incomprensible de la situación ante unos ojos inexpertos e inseguros.
En su búsqueda formal, aunque con aciertos parciales, Declaración de vida siembra un alegato esperanzador sobre el tema, para nunca bajar los brazos ni darse por vencido ante el peor de los pronósticos.
Una película humana, emotiva, sensible, que logra trasmitir tanto los episodios desgarradores como los alegres que transita la joven familia. Y para que una obra “le llegue” al espectador tiene que añadir ese plus de sensaciones que van más allá de lo narrativo.