Resistiré.
El 20 de marzo de 2003, Estados Unidos iniciaba los bombardeos sobre Irák, esa misma noche en París, Romeo y Juliette estaban en vela. A la mañana siguiente, Adam, el bebé de ambos, iba a ser examinado por continuas anormalidades en su desarrollo esperable. Mientras el mundo entraba en guerra, la joven pareja iniciaba la propia, pero esta no era para matar, sino al contrario, se trataba de salvar una vida, la de su hijo.
Una temática tan sensible, como lo es la de un pequeño niño con una enfermedad muy grave, podría ser presa fácil de un melodrama sentimental repleto de golpes bajos, o por el contrario un exceso de optimismo naif que se asemeje a un best seller new age. Pero Declaración de Vida es otra cosa, una propuesta fresca, novedosa, y saludable para filmes que relatan temas de enfermedades. Sin dejar de ser dura, evita caer en clisés y nos da un relato ágil, entretenido, agradable, aunque tan adrenalínico como demoledor y desesperante por momentos...