Sólo se vive una vez
Basada en hechos reales, la historia gira alrededor de una pareja y los problemas que se suscitan a partir de la enfermedad de su primer hijo, pero desde el principio sabemos que el final del relato es esperanzador. Entonces la pregunta que se antepone es qué justifica su tiempo, por ello el nombre original (“La guerra está declarada”) es mucho más abarcativo que el vernáculo pues dice de lo interminable que es la lucha de los padres por la vida de sus hijos.
La directora junto al guionista son en realidad, además de sus artífices, los verdaderos personajes de la historia, pues ellos sufrieron con su primer hijo una situación similar.
Pero un filme, centrado en una enfermedad grave de un pequeño niño, podría haber caído, o recurrido, en los golpes bajos, clisés de todo tipo, ser lacrimógena de principio a fin, sin embargo Valérie Donzelli elude constantemente caer en esos parámetros. Se arriesga y sale airosa construyendo una producto digno, utilizando elementos del lenguaje cinematográfico de manera no muy convencional, como en caso de la música, o más específicamente las canciones, la puesta en escena, el uso del color y la luz, que bien podría hasta ser por momentos lúgubre o de colores que representen tristeza, en cambio es siempre luminosa, no se podría decir alegre, pero si optimista.
Un par de datos no menores, pero si en este caso parece como demasiado pueriles por lo obvio, al producto en general no le aporta demasiado la elección de los nombres de sus personajes. Romeo (Jeremie Elkaim) va a una fiesta en un club bailable lleno de gente. En medio de esa muchedumbre descubre a Julieta (Valérie Donzellie). Esas miradas cruzadas, atracción instantánea, instintiva más que impulsiva, si es que se encuentra la diferencia, salvaje, animal. Ella llego acompañada, pero se retirará con Romeo.
Este es el dato, sus nombres tienen, o parecen tener, intención directa a empatizar con una de las historias de amor más bella y trágica de la literatura universal, “Romeo y Julieta” de William Shakespeare.
Elipsis por medio, con el paso del tiempo a grandes velocidades, nos encontramos con la feliz pareja en espera de su primer hijo al que llamarán Adam (¿el primer hombre?), pero no todo es feliz.
El niño comienza a tener manifestaciones físicas que evidencian que algo no está bien, esta enfermo. La pediatra los deriva a un especialista que les da la peor de las noticias al confirmarle que el bebe tiene un tumor en el cerebro, que es operable pero que el riesgo es inmenso.
Sabemos del final feliz respecto de la enfermedad, lo sabemos desde el encabezado, valga la alegoría, por lo que la narración se centra en las acciones de sus protagonistas y el medio que los rodea.
Los psicólogos sistémicos, aquellos que toman a los individuos siempre dentro de un sistema familiar, propugnan que cuando una pareja se casa se conforman tres familias, como para decirlo sintéticamente la que van a construir ellos dos y las que se establecen con cada una de las familias de origen.
Valérie en su rol de responsable última del filme no elude el tema, es más, lo incorpora, lo hace jugar, les da el tiempo y la importancia necesaria para que estos personajes laterales ayuden a la progresión dramática de la narración.
Asimismo plantea de manera muy valiente, en contra de todo tipo de suposición, como una carrera con vallas, como se la plantean, lo que es tan desgastante, no sólo para cada uno de los padres, sino también en la relación entre ellos.
Tampoco, la realizadora tiene temores al relato en off, tal cual un coro griego que anticiparía los actos, o recurrir a la estética de la animación para mostrar de manera más libre (la animación en cuanto a verosímil tiene más autonomía que el realismo a ultranza) parte de la historia, sin tener como fin ultimo otra cosa que hacer más tolerable la circulación del texto.
El filme logra conmover gracias a las actuaciones del trío principal, bien secundados y mejor dirigidos. Rodada en algunos de los escenarios donde transcurrió la historia verdadera, imágenes que impactan desde el realismo, pero en definitiva termina por ser una película de mirada cariñosa, hasta se podría decir que por no estar exenta de toques de humor, hasta agradable.