No puedo ni llegar a imaginar lo que vivieron Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm en carne propia cuando su pequeño hijo fue diagnosticado con un tumor cerebral. Es un momento que les llegará más de cerca a aquellos espectadores que tengan descendencia, pero el golpe emotivo no le es arrebatado a ninguno que se apreste a disfrutar del increíble drama familiar minimalista que presenta La guerre est déclarée.
Dirigiendo, escribiendo y protagonizando su propia odisea, quien mejor que Donzelli y Elkaïm para transmitir todo lo que sufrieron desde el momento que posaron sus miradas en una fiesta, hasta que construyeron su diminuta familia y llegó el brutal momento de la verdad, cuando comenzaron a notar que su Adán tenía pequeños problemas. El mismo día que se realizan las pruebas donde se le diagnostica un tumor, comienza la Guerra de Irak. Y ellos mismos declaran a su vez la batalla a la enfermedad de su hijo, una lucha larga y penosa que pondrá a prueba su amor, pero la afrontarán con resolución y optimismo.
La guerre est déclarée tiene un ritmo bien condensado, práctico y honesto. No hay más villano que el temor a perder lo más importante de sus vidas y la pareja de jóvenes transita este angosto camino con la ayuda de sus familiares aunque, mayormente, con la del uno al otro. El sentido del humor manejado no resulta chocante, sino que es un método mutuo para relajar tensiones y para que el film no resulte aleccionador ni melodramático, sino una mera experiencia de vida que vale la pena contar. Los problemas de la relación a causa del desgaste del tratamiento puede que se vean desdibujados cuando llegue el tercer acto. No ayuda el hecho de que los escasos pero importantes pasajes donde los narradores se hacen cargo de la historia rellene espacios y el final tenga un peso tanto dulce como amargo. Pero la valía de las actuaciones de Valérie y Jérémie borran todo vestigio de duda, entregando interpretaciones que, ya sea cantándose el amor que se tienen o articulando juntos en la cama los peores escenarios del resultado de la operación de su hijo, se notan reales, de carne y hueso.
La directora afortunadamente se percató de que el tono de su película debía ser diferente y fresco para no recaer en estos territorios y dotó a la trama con una edición apurada y entretejida con una banda de sonido aplastante y bulliciosa, que mezcla tonadas clásicas con avatares punk con la misma facilidad con la que combina drama y toques de comedia en la historia. La guerre est déclarée es interesante, por sobre todas las cosas creíble y contada de una manera original y efectiva. Todo un acierto francés. ¡A su salud, Adán!