Un acercamiento, tan inusual como conciso, de un tema complejo que jamás sucumbe al golpe bajo.
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Cameron Crowe, mientras escribía Casi Famosos, fue advertido por muchos de los peligros de ponerse a sí mismo, casi literalmente, en su guion. El riesgo que se corría no era tanto el sometimiento de la película a la crítica, sino el sometimiento del propio autor ante la misma.
Esta reflexión fue lo primero que me llegó al ver el afiche de esta película, que clamaba que no era una película “Basada en una historia real” sino “Basada en su historia real”. El “su” se refiere a la historia real de los actores que protagonizan la película.
Si hacer esta película fue complicado para la realizadora, también lo es ––salvando las obvias diferencias, desde luego–– para el que le toque reseñarla. Ya que, repito, se corre el riesgo de que los lectores se confundan y crean que estamos criticando las acciones de la actriz como persona, más que las del personaje que interpreta; o peor, si la crítica no llegase a ser laudatoria, el reseñador corre el riesgo de quedar como una basura sin corazón.
Afortunadamente, Valerie Donzelli, directora y protagonista del título a reseñar, a diferencia de muchos de sus compatriotas, no se escuda detrás de “la realidad duele”. Ella quiere ser sincera, pero también quiere ganarse al espectador, y aunque el presente titulo no sea para todos, alcanza con creces las metas narrativas que se propone.
¿Cómo esta en el papel?
Este título cuenta la historia de Romeo y Julieta (la alusión se explica sola), una pareja que se enamora y al poco tiempo tienen un hijo al que llaman Adán (otra alusión que también se explica sola). Lasla-guerre-est-declaree-photo-8 complicaciones surgen cuando notan ciertas rarezas en las acciones motrices del pequeño, y al llevarlo al médico, cae la bomba: Tiene un tumor cerebral. A partir de acá la película narrará como los padres hacen para sobrellevar la enfermedad y el tratamiento que esta implica.
Todo parecía estar listo el pollo para que tiraran cuanto golpe bajo se pudieran imaginar. Pero Donzelli, junto a Jeremie Elkaim, guionista y co-protagonista, tomaron todas las precauciones para evitar con maestría ciertas escenas que, en otras películas de similar premisa, muchos otros directores considerarían mandatorias.
En resumidas cuentas, por una parte, nunca se pierde de vista la gravedad del asunto y la ocupación ––y la preocupación–– de los padres ante el mismo, pero jamás te muestran a la criatura sufriendo y llorando bajo el yugo del tratamiento, y si lo hacen es muy sutilmente y a través del poder de la sugestión.
Por otro lado, y esto para mi es uno de los grandes aciertos de la película, es la cuestión de que esto es mas la historia de cómo los protagonistas sobrellevan esta crisis, que los pone a prueba como pareja, que de la enfermedad en sí. Dos claros ejemplo de esto son, primero, el afilado poder de síntesis utilizado a la hora de contar como esta pareja se conoció y llegó a donde esta; segundo, la escena con la que abre la película, en donde al espectador le queda claro desde el vamos cual es el final.
Esta declaración de principios, la declaración de vida a la que alude el titulo (cuyo título original es, de hecho, Declaración de Guerra, con esta última palabra tachada), es la de combatir esta enfermedad; pero no desde la cursilería o la resignación resentida, sino como una acción, que aunque a muchos les parecerá cuestionable desde ciertos aspectos, tiene mucha lógica y es mucho mas preferible que pasársela llorando por los rincones.
Tan claro tienen el enfoque los intérpretes/guionistas, que me animaría a decir que el montaje donde toda la familia se entera de la condición de Adán, esta melodramatizado (y sobreactuado) a propósito. Como si en esos minutos, nos tirasen a un tornado de lugares comunes solo para alejarnos por completo de ellos durante el resto del desarrollo.
¿Cómo está en la pantalla?
La-Guerre-est-declaree_01La influencia de la Nouvelle Vague es clara y potente desde el vamos. Hay mucha utilización de la cámara en mano, saltos sobre el eje, el uso de la voz en over que nos revela la historia previa ––y en muchas ocasiones el futuro–– de los personajes, el correteo de los personajes por las calles y por los pasillos (clarísimo homenaje a Bande á part, de Godard), etc. No obstante, mas seguido que no, Donzelli aporta ciertas cosas de su propia cosecha que son de destacar: El uso de unas muestras de sangre desfilando ante la pantalla, un plano sostenido de ella misma cantando con una sobreimpresión de su co-protagonista, y sobre todo, el plano que cierra la introducción del inicio de su historia de amor, que se explica solo. Cuando lo vean, se van a avivar que estamos ante una directora afiladísima y con completo conocimiento del lenguaje cinematográfico.
Por el costado de la actuación, aunque Jeremie Elkaim ––quien da vida a Romeo–– entrega una correcta actuación, quien se lleva la película al hombro es definitivamente Valerie Donzelli, que hace gala de un alto nivel interpretativo a la par de su pericia como realizadora.
Conclusión
Una película que brilla por un guion inusual y conciso ––y no por eso desprovisto de emoción; una de las trampas habituales de la síntesis–, así como por la creatividad de su directora a la hora de encarar dramática y cinematográficamente los conflictos que ofrece la trama. Una narración excelente pero que, en honor a la verdad, es más recomendable para los incondicionales del Cine Francés.