Su trama transcurre en un pueblo bonaerense donde un niño de 11 años Delfín (Valentino Catania, logra encantar a los espectadores) vive junto a su padre (Cristian Salguero, una muy buena interpretación), este es un obrero de la construcción y viven en una pieza precaria cerca de la ruta. Sus vidas son rutinarias; Delfín se levanta todos los días muy temprano, desayuna, trabaja en una panadería con Totzsa (Marcelo Subiotto, muy buena interpretación), va al colegio, toca el corno en cada acto de la escuela, cena lo que consiguen y tiene un gran sueño: ir a una audición tocar en una orquesta juvenil, pero además se enfrenta cada tanto a un cobrador que los quiere desalojar a él y a su papá.
La cinta va mostrando esa relación padre-hijo, la falta de una madre, todos los momentos que vive un padre soltero, los vaivenes que tiene la vida cuando uno debe criar a su hijo solo y además está la mirada inocente, tierna y los sentimientos que aun no comprende el niño hacia la docente Fanny (Paula Reca). Seres que transitan la tristeza, que intentan aguantar la desolación y la búsqueda de nuevos horizontes. Contiene varias metáforas y hay algo de fábula. Las locaciones y parte del elenco son de Los Toldos y Junín y se estrenó el 20 de mayo en el Festival de Cannes Écrans Juniors.