DIVIÉRTANSE MUCHACHOS
Ya desde que empieza la proyección, pero no aún el relato, entendemos un poco de qué va la película. Cine argentino, pocas productoras e isologotipos mal diseñados. Con lo difícil que es terminar un largometraje bien producido, aparentemente esta gente pudo lograrlo. ¿Cómo? Remándola desde abajo, poniéndose las pilas en serio y obteniendo así un resultado final que si está en pantalla es porque realmente quedaron conformes con su trabajo.
Tras esa presentación y un poco de delirio, arranca la historia. Federico es un chico que, como muchos de nosotros, está aburrido y cansado de la rutina diaria. Todos los días lo mismo. Levantarse, comer, ir al trabajo, comer, dormir. Levantarse, comer, ir al trabajo, comer, dormir. Levantarse, comer, ir al trabajo, comer, dormir. Con suerte puede hacer huecos para juntarse con sus dos amigos en el bar. Por eso, harto de su vida, los reúne para que piensen juntos alguna idea que los haga millonarios y así no tener que depender más de la plata. Días después, tras haber escuchado el boom de una film independiente oriental de bajo presupuesto, Fede cae con una idea re-desopilante: “Hagamos una película”. Y ahí está el quiebre: ¿Por qué no hacerla? Entonces, con un brindis por Ferro campeón -ojalá Dios los escuche- se embarcan. Su primer objetivo: conseguir la estrella que los haga saltar a la fama, gran fórmula hollywoodense si las hay.
Los tres chiflados
Si hay algo importante en las comedias es la caracterización de los personajes, que tienen que estar bien marcados y llevados hasta un extremo para que den mayor gracia. Con una fotografía caricaturesca, a cargo de Jorge Crespo, son retratados en sus primeros planos estos tres chiflados protagonistas. Sin peleas ni discusiones, siempre juntos intentan solucionar cada uno de los problemas en los que se meten. El primero de ellos, Federico (Miguel Di Lemme), es el amigo racional, gestor y coordinador de las acciones. El segundo, Martín (Ramiro Archain), es el sumiso y desorientado, que no entiende nada pero igual se copa en todas. Y por último, el súper impulsivo y molesto Mariano (Emiliano Carrazzone), que no pierde la chance de decirle a cada mujer que tiene una sonrisa inspiradora para levantársela.
El papel de Ricardo Darín
Mucho se habló de esta película como la historia donde “Darín hace de Darín”. Pero hay algo que nadie está teniendo en cuenta: Darín hace un papel, y por ende, está escrito. Si tendría que hacer de él mismo deberían haberlo filmado con cámaras ocultas y seguirlo hasta su casa. Es por eso que nos encontramos con un personaje estereotipado, materializado por su guionista y en el cual se observa la imagen estandarizada que todos los argentinos tenemos del actor. En otras palabras, lo que vemos en la pantalla es a Darín interpretando el rol de una estrella reconocida de Argentina, y no es justamente él levantándose con ojeras a las 7 de la mañana. Y otra cosa, el de “Nueva Reinas” es un personaje secundario, pero obviamente al ser garantía en ventas hay que ponerlo en la tapa. Los verdaderos protagonistas son los tres muchachos.
Por otra parte, el filme también cuenta con las estelares colaboraciones de Susana Giménez, Diego Torres y de distintos periodistas del medio como Catalina Dlugi, Sergio Lapegüe, Germán Paoloski, Matías Martin y “la negra” Vernaci.
Hacer una historia vs. Partir de una idea
En el cine, existen principalmente dos tipos de narraciones: las que cuentan una historia y las que parten de una idea. ¿Cómo es esto? En el primero de los casos es un poco más complejo. Hay distintos personajes que se van envolviendo progresivamente en distintas situaciones particulares y cada uno cuenta su propia historia. Debemos conocerlas en profundidad para entender sus actos y estar atentos a cada hecho para poder resolver el relato en su totalidad. Los ejemplos más claros se dan en películas biográficas pero otros ejemplos clásicos son “El padrino”, “Titanic” o “The Shawshank Redemption”
¿Pero qué pasa cuando todo parte de una idea? Todo es más simple. Desde un principio se entiende de qué va la cosa y se lo puede resumir en unas simples palabras. Por ejemplo, en “Delirium”: tres pibes de clase media quieren hacer guita. A partir de ahí, todo consiste en dejar volar la mente y ponerse a escribir y crear. Se van disparando nuevas ideas que se filtran entre sí y son seleccionadas para transformarse en hechos específicos que se encadenan, y finalmente, quedan materializados en un guion. Y lo bueno de este relato, es que justamente todo parte de un delirio, así que todo es válido y por eso a Susana le queda bien la Presidencia. Para más ejemplos, vean “Zelig” de Woody Allen: un hombre que puede transformarse en distintos personajes, “Eterno resplandor”: una máquina que borra los recuerdos de la gente, o “Buried”: un tipo que queda enterrado vivo.
Por todo esto, mis felicitaciones van para el creador de la idea, que también se encargó de escribir y dirigir su ópera prima: Carlos Kaimakamian Carrau. Aunque particularmente me quedé con ganas de más y los acontecimientos finales sucedieron de manera muy veloz, nadie podrá reprocharle nada ya que éste es su propio delirio. Este muchacho, parece haberse referenciado mucho de su propia vida. A sus diez años, le había dicho a Darín que quería ser director de cine, así que varios años después ya lo está ayudando a cumplir ese sueño.
En cuanto a la película, internacionalmente seguro no haga nada de ruido ya que tiene muchos chistes culturales que solo nosotros los argentinos entenderemos. A nivel nacional, es sin duda la mejor comedia vista en muchos años. Si se la pierden, la culpa será de ustedes. Yo tengo la consciencia limpia porque ya les avisé.