PANZA VACÍA, CORAZÓN TRISTE La anorexia es un trastorno nervioso que se observa generalmente en personas jóvenes, mujeres, caracterizado por la pérdida autoinducida de peso. El mismo, suele ir acompañado de vómitos provocados, adelgazamiento extremo e incluso lleva a la desaparición de la menstruación. Es cierto que algunas personas cuando están tristes lo único que hacen es comer y comer, pero algunas otras no solo estallan en llanto cuando tienen que enfrentar al espejo y ver su figura… Sobre esta problemática se basa la historia de Cielo Latini, autora del libro “Abzurdah”. Esta autobiografía, publicada en 2006, cuenta en primera persona las experiencias de Lafini, a través de las cuales la autora busca una explicación de los actos que ella misma cometía. El libro, que fue un ‘boom’ entre los jóvenes en ese entonces, llega recién ahora a la pantalla grande con Eugenia “La china” Suárez y Esteban Lamothe. Partiendo de la base, da la sensación de que esta película llega a destiempo ya que la enfermedad (todavía vigente) llamó la atención de los medios hace ya un tiempo, cuando los blogs estaban en su apogeo y la figura delgada reinaba sin problemas por todo el mundo. Actualmente, si bien esa tergiversación de la belleza se mantiene, la sociedad está más consciente acerca del peligro que representa esta clase de mensajes provenientes de todos los sectores. Aún así, aquellas que un día fueron fanáticas de “Abzurdah” hoy pueden ir al cine y disfrutar en una sala de esta historia. “La china” Suárez, hermosa por donde se la mire, es la que cumple mejor su rol en el elenco: una chica adolescente distinta a las demás. Resulta curioso que sus cigarrillos siempre se encuentren recién prendidos y nunca por la mitad o acabándose (el continuista debería tener más cuidado la próxima) y que pese a haber cumplido 23 este año el jumper le queda creíble y en verdad parece una chica que quiere encontrar la independencia, a tal punto extremo que se autoflagela. En el polo opuesto, Lamothe deja bastante que desear, sobre todo en los diálogos, que parecen poco naturales y dejan la sensación de que estuviera leyendo el guion mientras habla. En líneas generales, la película recae en varios de esos errores. Como ya mencionamos, es un tópico que llega tarde, pero además, salvo pequeños momentos, el argumento se basa en justificar las razones por las cuales esta chica lleva adelante estos actos, intentando en algún punto darle la razón. Definitivamente, aunque quiera respetar el camino de su obra original, ese no debía ser el hilo conductor del film. Además, contiene varias escenas de sexo explícito lo que la convierte en una propuesta que inevitablemente se perderá a un público de una franja etaria interesado por la película. Y otra cosa que da un poco pena es que “La china” se haya animado a interpretar un cover de “Trátame suavemente” de Soda Stereo… En conclusión, es una lástima que existiendo tanto talento en nuestro país, las productoras decidan reflotar un best seller con una cara bonita en cartel y con la única intención de cortar boletos, en vez de crear historias nuevas, con artistas emergentes y temas relevantes que realmente hoy capten la atención del público en su conjunto, o al menos le dejen un mensaje inspirador. Este no es el caso. Más allá de eso, nadie está diciendo que no haya que ir a verla, ya que de toda experiencia algo bueno se puede aprender.
EL PADRE Y LA DOBLE VIDA Sin duda, tener un hijo es uno de los eventos más importantes en la vida de una persona, sobre todo cuando llega el primogénito. Olvidate de quién eras cuando estabas solo, de lo que hacías día a día en tu rutina y los grandes sueños que tenías. Ahora, tu vida pasa por el cuidado del presente y futuro de otra persona, fruto de tu propio vientre. Esa sensación es sin duda la que le toca sufrir a Eduardo (Diego Peretti), el protagonista de la nueva co-producción entre Argentina y España: “Sin hijos”. Él es un hombre separado que tiene una hija de 8 años, Sofía (Guadalupe Manent), que prácticamente es el centro de su vida. Sin embargo, esa monotonía en su contexto sufrirá un quiebre cuando aparezca la tercera en discordia: Vicky (Maribel Verdú), un amor platónico que tiene una sensual tonada española. El único pequeño problemita que surge es que ella odia a los niños, así que a partir de ahí deberá ver qué hace para salirse con la suya. A pesar de que superficialmente la historia recae en un problema común, se las ingenia para agregarle sus toques de gracia y originalidad. Chistes hablados, visuales, absurdos, irónicos y bizarros se comen la pantalla, dejando al drama en segundo plano. Uno de los principales responsables de que esto suceda es Martín Piroyansky, de reciente dirección y protagonismo en “Voley”. El Mejor Actor en el BAFICI 2012 por “Araña Vampiro”, ya tiene acostumbrado a su público con su particular humor y es por eso que cuesta determinar su rol en esta historia, porque simplemente su tarea es la de romper el hielo con su inocencia y el extraño amor que siente por la naturaleza. Eso, a su manera, le sale perfecto. La que realmente llama la atención en el reparto es la niña, Guadalupe Manent. Esta alumna de la escuela de Valeria Lynch, que el año pasado canto en lo de Susana Giménez, tiene un carácter bastante particular o al menos eso hace creer con su actuación. Pícara, viva, sagaz y hombrecita son algunos términos que describen a su personaje muy bien logrado. Da la sensación de ser una mini ‘Negra’ Vernaci. No menos destacable es la tarea en dirección del ya conocido Ariel Winograd (“Cara de queso” y “Mi Primera Boda”), y las actuaciones de Diego Peretti (“Los Simuladores”) y Maribel Verdú (“Y tu mamá también” y “El laberinto del Fauno”). Peretti está muy bien, pero es a lo que ya nos tiene acostumbrados. No falla, es taquillero y su ‘napia’ siempre nos causará un cariño particular. Por su parte, la española Verdú, parece ser la justificación de la co-producción, ya que su papel es el más exagerado y es poco creíble. Se nota mucho que viene de afuera. En líneas generales, no se trata de la clásica comedia entre un papá con un hijo, donde hay jaloneos de parte de los padres separados y la criatura se pone triste pero al final terminan todos felices. El relato nos muestra con mucha personalidad caprichos, histeriqueos, gags inteligentes, maldad y amor. Es ahí donde se encuentra el punto fuerte de la película, y sin dudas, los que conocen las costumbres argentinas (porteñas sobre todo) se sentirán más identificados que los otros. Aún así, la película tiene sus baches, ya que si no estaríamos hablando de una gran comedia. Hay momentos de cursilería barata que se terminan reflejando en interpretaciones raras, poco creíbles, que le quitan algo de sentido al film. Es decir, es bien argentina hasta que le aplican algunas pequeñas pizcas de “Disney”. Pero a pesar de eso, no por no ser perfecta signifique que no deban verla. En síntesis, “Sin hijos” es una linda comedia en la que se destacan las presencias de sus actores, la revelación de una niñita, que esperemos que ‘no se suba al pony’, y chistes que traerán carcajadas en toda la sala. Probablemente encuentren a ese que diga que “es pésima”, pero no le hagan caso, vayan igual, aprendan y diviértanse.
UNA EX TOCARÁ TU PUERTA Dicen que el primer amor nunca se olvida y que el amor verdadero solo se conoce una vez. ¿Mentira? ¿Verdad? ¡Qué importa! De todas maneras, estos seguirán siendo clichés que perdurarán en la mente popular por varias décadas y siglos. En fin, ¿vos cómo reaccionarías si tu primer ex te tocara la puerta? ¿le invitarías unos mates o la mandarías a quién sabe dónde? “Lo mejor de mí”, vaya título egocentrista, es uno de los estrenos románticos más esperados por toda la generación de chicas criadas por el mundo Disney. No es casualidad que la novela en la que está basada la película esté escrita por Nicholas Sparks, nada más y nada menos que el autor de “The Notebook” (1996), la gomosa historia adaptada exitosamente al cine en 2004. La película está contada en dos tiempos entrelazados, al mejor estilo “Blue Valentine” (título que I-Sat se cansó de repetir en su señal). En el primero de ellos, vemos como una niña de porcelana (Liana Liberato), se engancha con él (Luke Bracey), un príncipe azul. Son dos maniquís: ella es linda y tiene plata, él es un pobre que arregla autos. Ya de grandes, veintiún años después de que se separan por cuestiones ajenas, el destino los reúne por primera vez. Ahí encontramos el segundo tiempo, ahora interpretado por Michelle Monaghan (“Gone Baby Gone”) y James Marsden (Cíclope en las “X-Men” de Bryan Singer). Ahora ella tiene una vida que odia y él es un obrero forzudo, aunque trabaja en una petrolera. Sin embargo, no todo es color de rosas. Surge un pequeño ruido cuando es hora de conectar ambas historias: los actores no se parecen físicamente entre sí. De todas formas, uno termina acostumbrándose y encariñándose con esta pareja ficticia, que incluso se somete a algunas escenas de acción y de tragedia que harán que los espectadores se muerdan las uñas. Después de haber visto hace poco tiempo cosas como “Boyhood”, no quedan dudas de que para hacer una película contada en varios tiempos hay que hacer un esfuerzo. O al menos podrían hacerlo en el casting. Después todo lo otro es bastante correcto, incluso la música elegida. En este caso, no quedarán más que besos, lluvias y rosas que decorarán la pantalla por dos maravillosas horas. Todo es tan perfecto y acartonado que da gracia y es agradable, así que a uno no le queda otra que terminar apasionándose con los dos protagonistas y enganchándose con la historia. Es un hitazo. En fin, tenemos la excusa perfecta para invitar a una ex al cine y revivir momentos de oro, o para llevar a un actual novio para mostrarle lo que es un verdadero hombre. La historia claro que es cursi, pero es divertida y dramática. Si sos fanática de este tipo de películas, no te la podés perder. Si sos fanático de esta clase de producciones (lo dudo), no te quiero ver secándote ninguna lágrima.
El crítico de cine nació pegado a la industria. Los productores necesitaban vender sus producciones y conseguir gente que opine a favor de ellas. La influencia que ejercían los medios en ese entonces, era capaz de mandar a cualquiera a la sala y hacerlo compartir su opinión con esos grandes líderes. Pero claro, el tiempo pasó, los trapitos salieron al sol y los intelectuales de a poco fueron haciéndose de la verdad. Aquellos que formaron su propio criterio y lo sustentaron, fueron los que al fin y al cabo se hicieron acreedores de la razón. “Al cine con amor” es el documental que captura la vida e ideología de Roger Ebert, no cualquier crítico, sino el más importante de toda la historia industrial de este tipo representación artística. Teniendo en cuenta que el séptimo arte lleva apenas unos 120 años de vida, se puede afirmar que este ícono para muchos estuvo presente en casi la mitad de este trayecto, en el cual el cine fue encontrando su lugar en el mundo. Producida por Martin Scorsese (“Los Infiltrados”) y Steven Zaillian (“Moneyball”) y dirigida por Steve James (“Hoop Dreams”), la película presenta un denso pero interesante archivo de una verdadera personalidad de los últimos 50 años. El archivo en su extensión toca varios núcleos, que significaron momentos importantes en la vida de quien fue el primer crítico de cine en recibir un Premio Pulitzer, en 1975. Se narran los inicios de Ebert en el periodismo, su llegada al rol de editor, el alcoholismo y su importante participación en “Más Allá del Valle de las Muñecas” (1970), entre otras. Siempre identificándose él como un propulsor del cine en general, sin distinguir país de origen. De hecho, también se muestra como se destacó por ser un crítico para todos, ya que utilizaba en sus redacciones un lenguaje simple que facilitaba la lectura. FLORES DE DESPEDIDA Por otra parte, también encontramos un documento repleto de emociones, que destacan el amor que esta figura le tenía al cine como elemento de representación humana. Esto se ve representado sobre todo en momentos trascendentes, como sus pasos en la televisión pública junto a Gene Siskel; en otros ratos felices, como su casamiento con Chaz Hammelsmith; y finalmente, en sus nostálgicos años finales en los que padeció un cáncer de tiroides, que le costó la capacidad de comer y hablar en condiciones normales, pero no la de escribir. Tras casi dos años de su muerte, este ejemplo de vida recibe su merecido velorio en la pantalla grande y lo llenan de flores recordándolo como el más grande de todos los críticos. Se convierte así este documental en un archivo sobre la vida y obra de Roger Joseph Ebert. Resulta interesante para los amantes de la historia, del arte o de la industria estadounidense, aunque a todos los otros pueda que les sirva como un lento somnífero. Por favor, miren y aprendan.
IÑÁRRITU VUELA ALTO A lo largo de su carrera, el mexicano Alejandro González Iñárritu ha demostrado ser un especialista en la presentación de películas culturales y de alto nivel de creatividad. Siempre se mantuvo centrado en historias que contaban vidas paralelas a las nuestras pero distintas entre sí, que se cruzaban una a la otra, y en la creación de personajes expuestos a situaciones límite o al borde la muerte. A través de todas sus historias, demostró cómo un pequeño detalle puede alterar por completo el orden de las cosas y desatar el caos. No es casualidad que hasta lo hayan llamado las grandes marcas, con las que obtuvo premios importantes en publicidad. El director ahora presenta conceptualmente una disparidad entre la efervescencia de una cultura posmoderna enloquecida por las redes sociales y el contenido banal, frente a una visión crítica de este mundo que valora la expresión humana y la representación artística de las emociones. Él pone ambos polos en juego y consigue el equilibrio. En esta esperada ocasión, el director sorprende con su argumento, y en vez de mostrar mundos desconocidos o personajes de clase media, nos sitúa en el lugar más industrializado del planeta y con personajes popularmente conocidos. A través de un único infinito plano secuencia y una batería que acompaña con mucho estilo, se sumerge fantasmalmente de principio a fin por los pasillos del teatro Broadway en Nueva York y chismosea cada una de las vidas que tienen los miembros del elenco de una obra que está cerca de su estreno. En algunos pasajes, el film se vuelve un tanto retórico haciendo que el relato escape por algunos instantes de la ficción. ¿Si no se puede hacer poesía en el cine cuál es el lugar indicado? En este caso, esto no hace más que embellecer el mensaje y dejar pensando al espectador. En cuanto al reparto, perdonen el término, pero la mejor manera de describirlo es diciendo que es “de puta madre”. El hecho de tener que interpretar justamente a actores parece que los favorece a casi todos, ya que por contexto, ellos se encuentran en su verdadero espacio y eso hace que el relato gane fuerza en cuanto a verosimilitud. Un soberbio Michael Keaton (ex “Batman” de Tim Burton) es el que casualmente encarna a un actor que había ganado su fama por hacer a un viejo superhéroe, Birdman. Ahora, Riggan Thomson es un hombre lleno de ira que solo está ansioso por el estreno de su propia obra en el gran teatro Broadway, con la que quiere dejar legado de su grandeza. Para salvar y fastidiar al mismo tiempo la vida de este señor, lo tenemos a Mike, un muchacho interpretado genialmente por Edward Norton que justifica su éxito diciendo que “arriba del escenario es el único lugar donde no tiene actuar”. Es excelente su papel y la forma en que lo interpreta, un genio bipolar. La tercer figura que sobresale es la de la carilinda Emma Stone, quien hace a Sam, la hija y asistente de Riggan. Sin mover un pelo ni pestañear, la verán haciendo un poco de catarsis frente a cámara. El de ella es uno de los personajes que no participa en la obra teatral, al igual que Sam, el productor interpretado por el gordito más querido de Hollywood, Zach Galifianakis. Por último, tenemos también a Naomi Watts, a quien se la nota mucho más seria y comprometida respecto a sus anteriores actuaciones en pantalla grande. Al parecer, Gonzalez Iñárritu sabe cómo sacar lo mejor de ella, como ya lo hizo hace más de diez años en “21 gramos”. Watts hace a Lesley, otra pieza del elenco que tendrá que soportar los ataques de Mike y Riggan. Es importante mencionar que esta maravillosa comedia dramática, en la que hasta las desgracias humanas se aplauden, cuenta con la participación de dos guionistas argentinos: Armando Bo y Nicolás Giacobone. Ambos ya habían trabajado con el director en “Biutiful” y en nuestro país habían cobrado protagonismo por ser los creadores de “El último Elvis”. En estos últimos días, “Birdman” ganó el premio BAFTA a Mejor Fotografía, pero perdió en las otras nueve categorías en las que estaba nominada. Probablemente, tenga su suerte en la próxima ceremonia de los premios Oscar a celebrarse el domingo 22 de febrero, donde competirá para Mejor Película entre ocho ternas más. Piezas artísticas que vuelan como esta, están sin dudas en el rango de las cinco estrellas.
EL SUPERMAN DE FONDO DE BIKINI Los que lo conocen saben que Bob Esponja tiene una mascota fiel que se llama ‘Gary´ y utiliza una bocina de barco como despertador. Además, repite “estoy listo” mientras va al trabajo y la única escuela a la que asiste es a la de autos de la señora ‘Puff’. Eso sí, es medio virgen y jamás se enamoró de una chica. De hecho, su compañía más romántica es la de una estrella de mar llamada ‘Patricio’. Para esta ocasión, un tal Antonio Banderas teatraliza a un pirata y roba la fórmula secreta del Crustáceo Cascarudo que tanto tiempo fue codiciada por el malvado ‘Plankton’. A partir de ahí, la ciudad del fondo del mar entra en período de apocalipsis y Bob, señalado como encubridor de la causa, es el único que puede salvarlos a todos. Es importante mencionar que esta es la segunda película de Bob Esponja, pero para nada es una segunda parte. Para aquella ocasión, lo que se hizo fue ‘alargar un capítulo’ con buenos resultados y una ironización de David Hasselhoff increíble, pero la verdad es que este es un film mucho más pensado. Acá hay un problema grave, hay giros en la estructura del guion, más chistes épicos y mucha mejor calidad de imagen. El dibujo animado en 3D está excelentemente logrado ya que al verlo resalta el diseño de un arte muy colorido. Pero por el contrario, la tercera dimensión cuando están fuera del mar genera algo de ruido. En las veces anteriores, cuando salían a las tierras se satirizaba utilizando utensilios, palitos y muñecos, lo que lo hacía más gracioso todavía. Pero en esta vez, maravillosamente tienen grosor, mueven la boca y hasta cobran forma de superhéroes de acción. Todo resulta ser algo confuso ya que por momentos no parece ser el Bob que conocemos. Éste enfrenta al mal con superpoderes, tontos, pero superpoderes al fin. Los únicos superhéroes originales en este mundo eran ‘Sirenoman’ y ‘Chico Percebe’, pero ellos ni figuran, al igual que muchos otros personajes conocidos secundarios. En fin, si aparece algún genio que sepa ajustar los detalles de estas criaturas cuando están fuera del mar, seguramente podríamos tener una saga de seis películas más. ¿No estaría bueno que estos muchachos salgan de una vez por todas a vivir aventuras por nuestro mundo? Siempre salen y merodean solo un poco por la costa, nada más. Podrían aparecer en su tamaño real, en situaciones más cotidianas, encontrándose con nuevos personajes y hasta meterse en problemas con la Unión Internacional Vegetariana por cocinar cangreburgers. Pero por el momento, lamentablemente todo indica que las temporadas dibujadas abajo del mar van a seguir, como siguen haciendo, con poca renovación. De todas formas, la película es entretenida, el humor es contemporáneo, los chistes son para chicos y grandes, la parte visual impacta y la música acompaña muy bien, ¡hasta aparece Slash! Además, la mayoría del tiempo lo pasan bajo el mar, donde todo es más feliz, así que no hay de que quejarse. Simplemente a disfrutar esta nueva aventura.
LA FANTASÍA DE SER REINA Si hay algo que se ha destacado de los hermanos Wachowski a lo largo de todos estos años, cinematográficamente hablando, es su capacidad para fantasear mundos paralelos al que habitamos los humanos. Ya jugaron con el tiempo en una ocasión, metieron a un tipo adentro de una computadora y llevaron las aventuras de ‘Meteoro’ a un terreno futurista. Para esta ocasión, los realizadores nacidos en Chicago presentan un universo eterno, en el cual la Tierra es apenas una franquicia germinada por los amos de unas galaxias lejanas. En estos planetas superiormente desarrollados, habitan humanos y criaturas peligrosas que han descifrado la forma de alterar los genes para vivir todo el tiempo que quieran despreocupados de su salud. La idea en sí resulta interesante, pero el encuentro entre el mundo real y este nuevo es inverosímil. Si alguno vio “Interestelar”, probablemente llore. La existencia de este universo paralelo intenta ser raramente justificada a través de un argumento que mezcla tanto a la genética como a la astrología, que ni la protagonista logra entender. De esta manera, el relato se estanca en sí mismo y se resuelve de forma muy lineal. Lo que tenga que pasar, va a pasar. La que paga estos pequeños platos rotos es la hermosa Mila Kunis, que a pesar de tener un papel que no le sienta muy bien, tampoco se las ingenia para deslumbrar en pantalla. A la novia de Ashton Kutcher le falta majestuosidad para componer a Jupiter Jones, una mujer de clase media que limpia baños y necesita mucho dinero para llevar una vida más tranquila. La trama estalla cuando repentinamente unos extraterrestres con poderes sobrenaturales quieren matar a la chica y Caine (Channing Tatum), un ex militar genéticamente modificado, la salva, no por amor, sino porque su muerte podría traer un tremendo caos en todo el universo. Al forzudo de Tatum le toca hacer de ‘pollera’ y si bien suena poco convincente a la hora de hablar, él es el héroe que hace todo por su dama sumergiéndose así en las dosis fuertes de acción, basadas en las persecuciones y batallas que tiene el film. El mejor del reparto es sin dudas Eddie Redmayne. El pecoso actor, que actualmente se destaca por haber encarnado a Stephen Hawking en “La teoría del todo”, sabe muy bien cómo utilizar sus manos, cómo tiene que hablar, cómo pararse y hasta a qué velocidad mover su cuerpo. La tiene clara. En síntesis, la película nos presenta a una mosquita indefensa que, perdida en un mundo intergaláctico, no entiende por qué quieren matarla. Sucede que cuando una nueva película de los Wachowsky está por estrenarse, uno espera algo mucho más completo por parte de semejantes mentes. De todas maneras, “El destino de Júpiter” derrapa acción, tiene un arte futurista excelente en lo visual y conserva un trasfondo curioso. Quizás las niñas deberían pensar dos veces antes de desear ser reinas de todo el universo.
VIVA LA VIEJA ESCUELA Bill Murray es el encargado de encarnar al protagonista de este nuevo estreno. Vincent es un señor que aparenta una oscura vida pasada, que vive solo en su casa alejado de su familia, que no tiene un peso pero toma alcohol y que se encuentra de a ratos con una rubia “dama de la noche” alemana interpretada por Naomi Watts. A las dos caras les queda muy bien el maquillaje que tapa sus años. Una lástima que se note, porque Murray demuestra que todavía está bien vivo. En el polo opuesto tenemos al pequeño Oliver (Jaeden Lieberher), el nuevo vecino que viene a irrumpir la rutina de este viejo. Él es un niño algo introvertido porque sus padres se separaron, que va a un colegio privado y que tiene toda una vida feliz por delante. A pesar de no aparecer como figura principal en cartel, él es el verdadero co-protagonista de esta historia. Estos personajes, que son como el agua y el aceite, se entrelazan tras una extraña casualidad en la que el mayor termina convirtiéndose en la niñera del menor. A medida que se van conociendo, ambos experimentan un nuevo mundo en el que uno es el modelo de vida del otro, sobre todo Vincent del muchacho. A pesar de tratarse de una comedia protagonizada por Bill Murray, la verdad es que la película no hace que uno estalle de risa, pero eso no significa que los personajes no se encuentren llenos de gracia. Uno simpatiza emocionalmente y quizás hasta sienta algo de afinidad con ellos, ya que se cuenta sobre dos estereotipos bastante marcados, los cuales obviamente harán sentir más identificados a los estadounidenses que a los del sur. Importante destacar la participación del jovencito Lieberher. El pequeño y mimado adolescente hace su debut en la pantalla grande. Un nene simpático. En este momento tan solo tiene 106 seguidores en su cuenta oficial de Twitter (si quieren pueden seguir su cuenta @jaedenlieberher). Y un párrafo aparte para Naomi Watts. Si bien tiene un papel secundario que no sirve más que para decorar al protagonista, realiza perfecta su tarea de ‘calentar’ un poco la pantalla, como bien supo demostrar a lo largo de su carrera en “Mullholand Dr.” o “21 gramos”, por ejemplo. En esta oportunidad, le toca representar a una exótica mujer desalineada, medio destruida y sin plata. Se nota que los años no vienen solos y que uno tiene que rebuscárselas para seguir trabajando y estar vigente. Con “St. Vincent” llega una emocionante y agradable historia que seguramente convencerá a todos con su desenlace, el cual probablemente hasta haga derramar alguna lágrima en los más sensibles. La trama no tiene muchos giros inesperados ni gran cantidad de chistes inteligentes, pero la música y el trabajo actoral hacen olvidar esos pequeños defectos, por eso fue merecedora de su nominación en los Globos de Oro. Hay muchos “Vincent” sueltos por el mundo, esta película seguramente llenará sus vacíos.
EL JAZZ NO ESTÁ MUERTO Cuando uno cree poseer un talento pero es joven, uno de los grandes problemas que le sucede es que no hay nadie con carrera para observarlo y poder hacer explotar esas virtudes. Pero cuando sus lunas se encuentran alineadas, las cosas pueden empezar a salir bien y esos sueños de grandeza pueden comenzar su rumbo. Sin embargo, existe una ligera desventaja que poseen la mayoría de estos talentosos: siempre quieren más, y la gente pide más. Andrew Neiman (Miles Teller) es un joven baterista que es fanático del jazz y estudia en el elitista Conservatorio de Música de Terence Fletcher (J.K. Simmons), conocido por sus rigurosos métodos de enseñanza. Cuando el director de la escuela lo observa ensayando, este lo invita a formar parte de su orquesta. A partir de ahí, la vida de este muchacho se verá atrapada en sus propias redes, haciendo que sus capacidades se conviertan en el mayor problema de su vida. Obsesión, exigencia y compulsión son los tres pilares de “Whiplash”. El nuevo estreno dirigido por el emergente Damien Chazelle le hace un impactante homenaje al jazz, uno de los grandes géneros musicales olvidados en un mundo lleno de banalidades. Con una premisa similar a la del “Cisne Negro” (2010), observamos como el artista se obsesiona y presiona por ser el mejor de los mejores. Parece que esta historia está inspirada en la propia vida del director ya que él mismo contó ser un frustrado músico que se enfermaba con los gritos de su profesor. A pesar de sus cortos 30 años, él ya supo redirigir su talento hacia un nuevo arte: el cine. Bellas tomas, excelente composición de sonido e imágenes y grandes caracterizaciones respaldan su excelente trabajo. Por su parte, Teller (“Proyecto X”, “The Spectacular Now”), quien no por casualidad encuentra un ligero aire físico a Chazelle, compone un tímido personaje que cumple con su rol pero no supera las expectativas, quizás por problemas del papel. A pesar de ello, sí da goce cerrar los ojos para disfrutar sus principales apariciones arriba del instrumento que a él le apasiona. Por el contrario, Simmons (a quien seguro recuerden más por ser quien le compraba las fotos a Peter Parker en “El hombre araña”) realiza a la perfección su papel de soberbio pero puntual, que le debió su premio a Mejor Actor de Reparto en la última entrega de los Globos de Oro. Su sarcástica disciplina recuerda al sargento Hartman (“Nacido para matar”), la que hace que algunos espectadores sufran mientras otros ríen a carcajadas. Sin embargo, los 107 minutos de duración del film generan la sensación de quedar cortos. Lo que podría ser una virtud por la inconsciencia del paso del tiempo, se transforma acá en el deseo de querer haber visto algo más. La relación pupilo-maestro se torna algo monótona y se podría haber profundizado más en algunos pasajes que sobrepasan lo musical, sobre todo en la crisis interna del protagonista, quien actúa alocada e impulsivamente agobiado por su historia personal. Esta inspiradora obra, que dejará maravillado a bateristas, músicos y poseedores de cualquier talento, arrasó en el pasado Festival de Sundance y estará compitiendo para Mejor Película, entre otras cuatro ternas, el próximo 22 de febrero en la gala de los Premios Oscar. Aunque probablemente le cueste enfrentarse a otros monstruos de la industria, no caben dudas que si este prematuro director sabe lidiar con su propia obsesión, le quedará una esplendorosa carrera por delante.
¿LA VENGANZA NUNCA ES BUENA? Una de las grandes moralejas que sin dudas nos dejó “El Chavo del 8” es que “la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”. Pero, ¿qué pasa cuando lo único que queda en la vida es hacer justicia por lo que le han hecho a uno? ¿Ese consejo vale igual para todos? ¿Acaso el tradicional “diente por diente” no alimenta el espíritu? Keanu Reeves vuelve con todas sus armas a la pantalla grande y mirando al cielo le responde a Chespirito: “La venganza siempre es buena, llena el alma y la potencia”. Dirigida por Chad Stahelski y David Leitch, dos viejos stunts con apariciones en “El club de la pelea” (1999), “V de Vendetta” (2005) y “300” (2006), entre muchas otras, llega al cine “Sin control”, una historia llena de acción, ritmo y furia. Luego de pasar muchos años aprendiendo de quienes los rodeaban y adquiriendo experiencia, parece que estos dos ahora apuestan por la labor detrás de cámaras junto a la participación de una estrella de lujo con la que ya habían compartido experiencia en “Matrix” (1999) y “Constantine” (2005). Además, “Sin Control” cuenta con la producción de Basil Iwanyk, el mismo de “Furia de Titanes” (2010) y “The Town” (2010). El relato comienza con un flashforward en la que observamos una escena que se entiende poco pero aun así es efectiva por la intriga y los escalofríos que genera. Luego de eso, se comienza a revelar de qué va la trama: John Wick (Reeves) es un ex asesino a sueldo que vive triste en su lujosa casa de Nueva York debido a la prematura muerte de su esposa, quien ha decidido dejarle un último regalo para que no se sienta tan solo: un perro. Piloteando a toda marcha su Ford Mustang Cobra 1969 por las calles estadounidenses, se topa con un grupo de mafiosos que le traen serios problemas y le quitan lo poco que le queda. Sin embargo, hay algo que no han logrado arrebatarle: su sed de venganza. A partir de ahí, John perderá el control y la acción seguirá hasta que la sala encienda sus luces. Sin dudas, la película se destaca por su gran elenco. Keanu Reeves, quien sigue apostando a la acción a pesar que desde su famoso papel de Neo no ha logrado dejar maravillado a todo su público, regresa con el mismo estilo que lo consagró y parece que esta vez la cosa se pone seria ya que quiere reivindicarse como uno de los mejores actores que sabe utilizar las armas y atacar. Willem Dafoe, quien luego de trabajar con Wes Anderson y haber encarnado al famoso director italiano Pier Paolo Pasolini, da el presente con su eterna cara arrugada transmitiendo la maldad y el miedo que ya todos conocemos. También tenemos a Alfie Allen (Theon Greyjoy en “Game of Thrones”), y a Michael Nyqvist (Mikael Blomkvist, el personaje masculino principal de la trilogía sueca “Millenium”). Para los fanáticos del género, es importante mencionar que ir a ver esta película es como invertir una ficha que sale o sale. Es una certeza que esta es una obra cuasi perfecta que representa en su totalidad lo que es el cine industrial. Si sienten vértigo cuando matan a un mosquito o piensan que están haciendo algo loco cuando corren al colectivo, es seguro que esta película los impactará por completo. Todo pasa por consecuencia de una causa conocida, el contexto es totalmente paralelo a nuestras vidas y los negros solo figuran detrás de un mostrador. La historia no tiene tanta novedad ni grandes sorpresas, pero no los dejará respirar ni un solo segundo.