Muy bien aplicado el título de esta película porque verdaderamente es un delirio. Uno con aciertos pero con demasiados errores.
Es difícil juzgar al film diciendo si es bueno o malo porque todo lo copado y gracioso que tiene es cuando se encuentra en escena Ricardo Darín, y si él no está no funciona nada. Ahora bien, estamos hablando de una película que gira en torno a su “personaje” y que sin él no existiría. Por lo tanto no sé si tal premisa es correcta o corresponde.
Lo que si sé es que luego de los geniales primeros 10 minutos cuando se plantea todo el delirio, el espectador se encuentra dentro de una nebulosa que no sabe para donde va.
Prima lo ridículo e inverosímil pero tomado de una forma que no hace gracia y que se siente que se dejaron de lado buenos recursos y oportunidades.
Las actuaciones no son buenas (sacando a Darín obviamente). Esto no quiere decir que Miguel Di Lemme, Ramiro Archain y Emiliano Carrazzone sean malos actores sino que sus papeles -y química- están forzados para encajar dentro de una historia que da la sensación que se le fue de las manos al guionista/director Carlos Kaimakamian, tal cual les ocurre a sus personajes en la ficción.
Sin embargo, vale aclarar que el realizador fue muy ocurrente en parodiar al INCAA (o INNCA como aparece en el film) así como también incorporar pequeños detalles que identificarán aquellos que hayan pisado un set o se hayan embarcado en la aventura que es hacer una película.
Los cameos de los periodistas de noticieros famosos están muy bien y un dato no menor es que hay de todos los canales y noticieros, algo muy raro dada la coyuntura actual.
¿Susana Gimenez como la Presidenta? Pierde toda la gracia porque lo queman en el trailer.
Delirium en un conjunto de promesas que luego no se cumplen y que solo se sostiene por la grandeza del gran actor argentino, que en esta oportunidad da la sensación de que aceptó el desafío para probar la llegada y los límites del “fenómeno Darín”.