Despierta la curiosidad del espectador porque dentro de su promoción esta Darín haciendo de Darín.
La trama gira en torno al cansancio y el agobio que sienten tres amigos: Federico (Miguel Di Lemme), Mariano (Emiliano Carrazzone) y Martín (Ramiro Archain), de unos treinta años de edad. La rutina los cansó y la falta de dinero también. Federico cree haber descubierto un gran negocio cuando escucha una noticia en los medios, que producir una película los hará millonarios, durante la reunión que mantiene con sus amigos se lo demuestra a través de gráficos y dibujos estadísticos, además de manera improvisada realizó un estudio de campo.
Tienen varios problemas, entre otros que no tienen ni la menor idea de como se realiza una película, aunque en este caso la propuesta sería de bajo presupuesto, pero la locura mayor es quien sería el protagonista, nada más ni nada menos que Ricardo Darín, este hombre dice Federico los convertirá en millonarios porque en todas la películas en las que él está obtienen muy buenas recaudaciones.
Pese a la dificultad que les ocasiona convencer a Darín que participe de dicho film logran reunirse con él, por un malentendido este acepta, porque lo confunde a Federico con el hijo de un conocido y piensa que se trata de un cortometraje para una escuela de cine. Darín comienza a asombrarse cuando vive situaciones desopilantes, asombrosas y esto cambiará el destino de todos.
Esta comedia en todo momento intenta ser un delirium, utiliza como dato de color la participación de varios periodistas (Guillermo Andino, Mónica Gutierrez, Sergio Lapegüe, Germán Paoloski, Facundo Pastor, Catalina Dlugi, entre otros) que forman parte de la narración.
Casualmente se sabe a través de las entrevistas a Darin que en algún momento de su carrera se ha encontrado con situaciones similares a esta historia. En este caso la novedad está en que él hace de él mismo y hasta se atreve a reírse de sí mismo.
La historia entretiene durante la primera parte, te arranca varias sonrisas sobre todo cuando actúa Darin, es ver cine dentro del cine, cuando no se encuentra la presencia del actor no resulta, decae y los minutos finales (los últimos 20) se queda sin rumbo no logra explotar el absurdo y cae en demasiados lugares comunes, reiterativa, gags poco efectivos, sin buenos remates y una cinta bizarra con algunos momentos divertidos y delirantes. Y hay que ver los créditos finales porque hay una sorpresa.