En 1956 Anna (Summer Howell) y su hermano Max (Keenan Lehmann) invocan al Demonio de Medianoche, un espíritu maligno, haciendo que todo termine de manera trágica. Años más tarde, Anna (Lin Shaye) ya se encuentra en estado senil al cuidado de su nieta Alex (Gabrielle Haugh). En una noche de guardia junto a su amigo Miles (Grayson Gabriel) encuentran el juego y deciden arriesgarse a jugarlo, lo que no saben es que al Demonio de Medianoche no le gusta perder.
Realmente a esta altura, y con varias de este tipo de películas estrenadas en el cine con poco éxito, nos preguntamos ¿por qué se siguen haciendo? Ya que todas son similares con tramas predecibles y actuaciones demasiado mediocres. La mayoría ya no generan miedo sino más bien risa, algo que en el género de terror no debería pasar.
El caso de “Demonio de Medianoche” es eso mismo: no causa miedo, los efectos son malos, la trama es predecible y absurda por momentos, las actuaciones son malas y el guión es aburrido y tedioso. La única interprtación destacable es la de Robert Englund, quien levanta un poco la mala participación de los protagonistas que no resaltan en nada y no generan ni un poco de empatía a pesar de estar viviendo una situación extrema.
El género de terror viene siendo pisoteado hace bastantes años y, si vamos al caso, este film es una remake de una película del 2013 del mismo nombre. ¿Realmente es necesario hacer una remake de una película que no tiene ni 10 años de antigüedad?
Sin nada más que agregar, “Demonio de Medianoche” es una historia mediocre, no asusta y no es más que una nueva leyenda urbana llevada al cine, con una idea bastante tirada de los pelos. Esta cinta pasará a ser una de esas películas que se ven para pasar el rato o para adolecentes aburridos que quieren ver una de “terror”.