Buen thriller a cargo de un director que está para más.
Para los cultores del cine de terror -entre los que no me incluyo, más por impresionable que por otra cosa- el nombre de Jaume Collet-Serra ha sido una de las más rutilantes apariciones de los últimos años, donde el género ha encontrado una suerte de límite del cual no parece poder pasar. Sin embargo tanto La casa de cera como La huérfana, dicen, son dos productos rigurosos, interesantes, originales, que transitando temas ya abordados encuentran nuevos puntos de vista, incluso generando un clima de intranquilidad continuo. En Desconocido, una suerte de euro-thriller sostenido en la memoria del espectador que recuerda al Liam Neeson de Búsqueda implacable -aunque tal vez desconozca al Harrison Ford de Búsqueda frenética- prueba durante algo más de una hora su capacidad para sacarle las telarañas a viejas fórmulas y construye, por más que su final se desbarranque, un entretenimiento aceptable en estos tiempos de cine-chorizo.
Neeson es Martin Harris, un especialista en botánica que llega a Berlín para participar de una conferencia, en la que un científico alemán informará al mundo sobre la aparición de un cultivo que puede salvar a millones de habitantes de la hambruna global. Pero el bueno de Harris sufre un accidente, queda cuatro días en coma y cuando despierta, nadie parece reconocerlo, ni su mujer ni mucho menos el que ahora está con su esposa y se hace llamar… Martin Harris. El misterio inicial, sobre el que desandará la trama, está bien trabajado por el director, quien va aportando pistas lenta y progresivamente, encerrando a su protagonista en una especie de callejón sin salida en una enseñanza bien aprendida de Hitchcock. Es que tarde o temprano, todos los realizadores cercanos al cine de suspenso sienten esa necesidad de desplegar los preceptos aprendidos del genio británico.
Los elementos de acción y entretenimiento se van ensamblando adecuadamente, incluso sosteniéndose en la efectividad de un actor como Neeson, quien aporta su habitual aplomo por más que no tenga el encanto necesario que, por ejemplo, un Clive Owen sabe aportarle a estos papeles. Collet-Serra se da el lujo de algunos planos virtuosos, como aquel que revela la muerte de una enfermera y también de dejar aquí y allá interesantes apuntes políticos, que salpican con mucho de picardía y dejan flotando la sensación de que este thriller quiere dialogar con la realidad mucho más de lo que su función de cotillón hollywoodense le permite: hay una inmigrante ilegal que se transforma en heroína (Diane Kruger), un jeque árabe que aparece como un amable filántropo y dos personajes fundamentales, interpretados por Bruno Ganz y Frank Langella, que además de permitir un par de secuencias lujosamente actuadas dejan vislumbrar que algunos fantasmas del pasado andan dando vueltas por ahí.
El problema de Desconocido, como la mayoría de estas películas basadas en un misterio inicial, es la efectividad de su desenlace. Es decir, aquello que ocurre una vez que se conoce la conspiración o se da el giro final. Y si bien la vuelta de tuerca que se le encuentra no es del todo mala, hay que aceptar que el giro del personaje de Neeson, las decisiones que toma, no son del todo coherentes y apuntan a tranquilizar y a inmovilizar el universo retratado. Allí donde Hitchcock -o el Polanski de Búsqueda frenética, con la que esta película dialoga bastante- abandonaba lo político para centrarse en el cuento, a pura narración, Desconocido quiere avanzar dejando una suerte de denuncia, sin dar acuse de recibo del absurdo de todo el planteo. Desconocido pedía a gritos cierta ligereza y seguir el juego, pero Collet-Serra, tal vez por sentirse algo más que un director de entretenimiento, redobló la apuesta. Y lo ridículo del final, además de estirado, suena a tontería bien pensante. Apenas un buen thriller a cargo de un director que, a juzgar por su férrea narración y su sapiencia para poner la cámara o generar climas, está para más.